Con más pena, y sin nada de gloria, concluyó ayer el último periodo de trabajo de la LX Legislatura del Congreso del Estado, grupo parlamentario que pasará a la historia como uno de los peores que haya existido en Puebla.

El primero con mayoría de izquierda en la historia del estado -por Morena-, pero también el más polémico, el más opaco y gris que haya existido en el Poder Legislativo.

Y aunque existen muy claras y honrosas excepciones, porque hay diputadas y diputados, contados, por supuesto, que sí trabajaron y se dedicaron a hacer lo que les correspondía, lo cierto es que, en general, el trabajo parlamentario de los últimos 3 años en la entidad fue un desastre.

La cámara de diputados se convirtió en una caja de resonancia del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, quien mantuvo el control y a raya al Poder Legislativo sin ningún problema, cosa que hay que reconocer.

El mandatario sometió a la oposición muy fácilmente, a sus detractores y a quienes intentaron bloquear sus propuestas.

Su hombre de confianza, el malogrado diputado con licencia Gabriel Biestro Medinilla, cumplió a cabalidad el trabajo de portero que le fue encomendado en el Congreso.

Y aunque no aprendió del todo a hacer las cosas como debía, sí hizo lo necesario para sacudirse, presionar y mantener a raya a quien intentó criticar, frenar y boicotear las iniciativas del gobernador.

Por cierto, el futuro de Biestro aún es incierto, toda vez que el gobernador Barbosa no está convencido de sumarlo al gabinete, pues la derrota que sufrió ante Claudia Rivera Vivanco, la edil poblana saliente, lo dejó muy mal parado.

Empero, regresando al tema del Congreso y sus diputados habrá que decir que algunos de ellos sí realizaron su trabajo y se dedicaron a velar por los intereses de los ciudadanos, tales como la priista Rocío García Olmedo,  o la panista Mónica Rodríguez Della Vecchia.

En el Congreso local hubo más escándalos, acciones para criticar, pleitos personales, por encargo y casos de risa.

La mayoría de los diputados se dedicaron a levantar la mano para votar, a alabar a la 4T, a criticar -sin argumentos sólidos u opiniones, y un criterio personal- a la oposición, la cual resultó, también, un chiste.

Eso sí, hubo diputados y diputadas que se tumbaron en la hamaca legislativa de su curul para dormir y disfrutar su beca de 3 años con cargo al erario.

Se registraron muchas especies de diputados: hubo desde el lame botas, el camaleón, el traidor, el dos caras, el grillo, el bravucón, el gritón, el arrepentido, el chillón, el escandaloso, el incongruente, el galán, el sabelotodo, el mudo, en fin, hubo de todo.

Entre esos especímenes estuvieron los diputados Emilio Maurer Espinosa, a quien se le olvidaron por completo los ciudadanos una vez que no fue candidato para poder reelegirse; Héctor Alonso Granados, quien hizo de todo y hasta retó a golpes a Biestro; el mismo Gabriel Biestro, quien se sintió rey por un día en los últimos tres años; José Juan Espinosa Torres, quien fue aliado, amigo y enemigo de la 4T; Gerardo Islas Maldonado, quien estuvo y no estuvo en su trabajo como legislador; Fernando Jara Vargas, quien pasó de noche por la LX Legislatura; Juan Pablo Kuri Carballo, el diputado Verde que se dedicó a huevonear y a hacerla de palero del poder; y Nora Merino Escamilla, “la patrona”, quien asumió el mando de la cámara y el papel de cacique una vez que se ausentó su líder.

Fueron un total de 148 sesiones ordinarias las que llevó a cabo la LX Legislatura, 9 sesiones extraordinarias y 10 solmenes.

Se presentaron en el pleno un total de mil 433 Iniciativas, de las cuales sólo 459 fueron aprobadas y 23 desechadas. Se presentaron, además, 840 Puntos de Acuerdo, de estos fueron avalados 287 y desechados 23.

De entre los temas pendientes e iniciativas que se quedaron en la congeladora legislativa, se encuentran: la despenalización del aborto y la Ley de Desaparecidos, por la que ayer se manifestó un grupo de ciudadanos en las afueras de la sede del Congreso.

La buena noticia de todo esto es que el próximo 14 de septiembre concluye de manera definitiva el periodo de trabajo de la LX Legislatura, insisto, una de las peores, sino es que la peor de todas en la historia de Puebla.

Gracias a Dios.

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