Las cholulas, San Pedro y San Andrés, se encuentran sumidas en una muy difícil situación económica, política y social generada por varios factores, principalmente por el Covid-19.

Y es que las variantes del bicho ya provocaron nuevas restricciones que ponen en jaque, por enésima ocasión, la estabilidad del comercio establecido, la vida familiar de los cholultecas, así como su ingreso, su empleo y su desarrollo.

Vaya situación la que se vive en todo Cholula, carajo.

Con la llegada de las variantes de la enfermedad (denominadas Alfa, Gama, Delta y Épsilon), también se viene encima el colapso de la economía y el sufrimiento de las autoridades de San Pedro y San Andrés.

¿Cómo gobernar con tanto conflicto?

Ahora los cholultecas no batallan sólo contra el Covid sino contra cepas que son más peligrosas y letales.

Y si a esto le sumamos el grave conflicto entre la familia Jenkins por la Udlap, la cual se disputa la propiedad de la institución y una fortuna superior a los 720 millones de dólares, las cosas parece que se vienen peor.

Porque el caos y crisis que se viven en la Udlap no sólo genera incertidumbre sino también desempleo, crisis económica, deserción escolar, mala reputación y la fuga de capital.

Hay que reconocer que es gracias a la institución que existían en la zona cientos de antros, restaurantes, hoteles, hostales y casas de huéspedes, los cuales, representan ingresos a los dos Ayuntamientos de la zona por cuestión de impuestos y distintos servicios públicos.

Y aunque si bien algunos de estos espacios representan un foco de inseguridad, de fomento a las drogas y de otros fenómenos sociales, también son una fuente de ingresos, empleo y subsistencia para muchos cholultecas.

Empero, hoy todo eso no existe, hace mucho tiempo que se acabó.

Hoy no hay ni antros, ni universidad, ni fiesta, ni turismo, ni peda.

Las autoridades cholultecas hacen un esfuerzo descomunal para poder distribuir de la mejor forma sus recursos, los cuales dependen, en gran medida, del turismo y del comercio establecido.

Hoy, los famosos covidiotas, esos que se fueron de vacaciones porque se graduaron, con permiso de papá y mamá, son en gran parte responsables de la situación que se vive en Puebla.

Aunque, sinceramente, la tercera ola de contagios no sólo es responsabilidad de ellos sino de muchos otros poblanos que no utilizan cubre bocas, que se siguen divirtiendo como si nada, que no se vacunaron, aunque ya pasó su momento, y que son unos irresponsables.

En San Pedro y San Andrés se vive una situación de gravedad por todo esto, y porque el turismo se esfumó y no ha vuelto.

Eso sí, hay que reconocer, a pesar de las adversidades, que en San Pedro Cholula se han realizado acciones para recuperar el turismo. Acciones como la presentación de la campaña “Sal a chelear”, anunciada ayer y las cuales resultan un buen aliciente para los visitantes locales e internacionales.

Lástima que la campaña de promoción se haya dado en la tercera ola de contagio.

Otro tema que le pega a las cholulas, tal vez igual de forma grave como la pandemia, es el escándalo que se vive en San Andrés por cuestiones políticas y de ejercicio de gobierno.

Las acusaciones de corrupción y abuso en contra de la presidenta municipal Karina Pérez Popoca, también afectan y ahuyentan la inversión y el turismo.

De hecho, los empresarios más poderosos de San Andrés le apostaron a la caída de Karina por los presuntos excesos en los que incurrió como autoridad, por eso votaron en su contra.

El último escándalo relacionado con la edil saliente de Morena y San Andrés se dio debido a que el Congreso del Estado autorizó la donación de un predio de 7 mil 575 metros cuadrados a una asociación con vínculo con su esposo Javier Elías Amaxal, quien ha tenido injerencia en la asociación “Protectora del Patrimonio de Tlaxcalancingo”.

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