Un conflicto milenario como el que existe entre el pueblo árabe de Palestina y el Estado judío de Israel no puede reducirse a una lucha entre buenos y malos. Por ello, especialistas de la IBERO Puebla plantearon un panorama desde enfoques históricos, religiosos, políticos y humanitarios de un enfrentamiento antagónico marcado por la narrativa profética, el interés territorial y la retórica permanente del miedo.

El mito de la discordia

Como relató Óscar Gallardo Frías, académico de la Universidad Jesuita, puede encontrarse en la figura de Abraham un punto de intersección entre las tres religiones principales del mundo: tanto la Torá como el Antiguo Testamento y el Corán reconocen la existencia de aquel nonagenario que es instruido por Yavé para convertirse en “padre de las naciones”. Es con esta encomienda que son concebidos Isaac (con su esposa Sara) e Ismael (con la sierva Agar).

El segundo hijo, expulsado por Abraham, es reconocido en el Corán como el padre de los árabes. Tras el destierro de Ismael, el padre recibe la encomienda de sacrificar a su primogénito en el monte Moriá, quien es salvado de último momento por la instrucción de un ángel mensajero. Es así que este sitio es elegido para construir el Primer Templo judío de Jerusalén en el año 960 a. C.

Con la invasión de los babilonios (586 a. C.), el templo es destruido y el reino de Israel queda dividido. En el año 70 d. C., la región es dominada por el Imperio Romano, quienes destruyeron el Segundo Templo de Jerusalén (completado por Zorobabel en el 515 a. C.); lo único que perdura hasta la actualidad es el Muro de los Lamentos.

En el siglo VII nace el mito de Mahoma, quien una noche es ascendido al cielo a bordo de un caballo alado (buraq) y dirige una oración junto a todos los profetas. Para recordar aquel relato, el noveno califa Abd al-Malik construyó la mezquita conocida como Domo de la Roca sobre las ruinas de los dos templos judíos. Con la caída del Imperio Bizantino a manos del Impero Otomano en 1453, la región finalmente adopta la religión musulmana.

En el siglo XX surge el movimiento sionista con el objetivo de declarar la autonomía territorial de los judíos en todo el mundo. En 1917 el Gobierno británico emite la Declaración Balfour, donde se avala que los judíos ocupen Palestina como “hogar nacional pese a que se trataba de un territorio aún ocupado por el Imperio Otomano. En 1948, la ONU reconoce oficialmente al Estado de Israel, lo que ha dado pie a múltiples masacres hasta la actualidad.

Gallardo Frías encerró el choque ideológico de ambos pueblos en una disputa por la primacía religiosa: “Los árabes piensan que ese es su lugar porque son la religión perfecta. Los judíos, por su parte, piensan que el mesías está por llegar y levantará el Tercer Templo en el lugar donde se encuentra el Domo de la Roca”.

Asuntos políticos

La soberanía de Israel ha arrastrado el conflicto entre frentes musulmanes y judíos durante 73 años y ha dado como resultado cinco guerras y la creación de la Agencia de la ONU para refugiados palestinos. Una de las postales más ilustrativas del más reciente choque armado es el bombardeo a las oficinas de la agencia informativa estadounidense AP y la catarí Al Jazeera en Gaza hace unas semanas.

En respuesta a la consolidación política de Israel como Estado judío se crea la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1964, misma que fue cuestionada durante el estallido de la primera Intifada en 1987. Aquella rebelión, conocida popularmente como la guerra de las piedras, encaminó dos procesos de negociación en Madrid (1991) y Oslo (1993), con lo que se impulsa un primer esbozo de paz que permanece estancado.

Desde 1999 se ha esperado el establecimiento del Estado palestino, lo cual no ha ocurrido. Todo lo contrario: en el año 2000 explota la segunda Intifada, donde se refleja el conflicto entre los dos liderazgos palestinos más importantes: Fatah y Hamas. Así lo explicó la internacionalista y catedrática de la IBERO Puebla, Nofret Hernández Vilchis.

El conflicto político ha perpetuado la desventaja territorial de los musulmanes. El primer plan de partición del territorio ocurre en 1937, donde se procuraba respetar la demografía judía y musulmán; aun así, Israel consiguió retener el 78% del territorio palestino en 1948.

“Tras la firma de Oslo, Cisjordania se divide en tres zonas e inicia la construcción de un muro en Gaza para asegurar asentamientos judíos”: Nofret Hernández.

Para la especialista, el problema central se encuentra en la ciudadanía: 1.6 millones de árabes-israelíes viven en Israel, pero son considerados como ciudadanos de segunda, lo que los segrega de la participación política. Además, 2.1 millones de palestinos viven en Gaza y 2.7 millones en Cisjordania, ambos epicentros del conflicto armado. “El problema de la demografía es que, sin contar a los refugiados, hay la misma cantidad de judíos israelíes y palestinos [6.8 millones]”, explicó.

¿Qué se puede hacer?

De acuerdo con la apreciación de Hernández Vilchis, la posibilidad de conformas dos Estados autónomos es más lejana que nunca. Sin embargo, dicha propuesta prevalece como la indicada, pues la integración de un Estado único se vuelve insostenible debido a los intereses judíos.

Mientras tanto, el mundo entero observa el despliegue armamentista y se pregunta cómo contribuir a la construcción de paz. En palabras de Clarisse Tishman Alatriste, profesora del Área de Reflexión Universitaria de la IBERO Puebla, este proceso implica asumir que la violencia no es innata al ser humano, sino que ha sido aprendida y puede ser modificada para optar por prácticas reconciliadoras.

Se refirió a las redes sociales como espacios oportunos para promover la mediación a través del diálogo responsable y consciente. Para ello, es necesario comprender la historia y la información que cada usuario replica. Antes de compartir información investiga, cuestiona y reflexiona.

Este paradigma no implica la caridad aleatoria o a propósito de una época particular, sino una forma de vida que se refleje en el esfuerzo constante para promover espacios pacíficos, ya sea en el barrio o en Oriente Medio. Para ayudar a los conflictos de todo el mundo, dijo, es importante iniciar en la realidad individual desde lo cotidiano y lo cercano para desarrollar actitudes y valores que permitan la solución de problemas.