A veces la ira no cabe en diez dedos. No siempre basta con respirar, cerrar los ojos y pensar en un lugar feliz. En tiempos de alto estrés como la covidianidad, el manejo responsable y sano del enfado se asemeja más a una vaciar una alberca que a inflar un par de flotis.

Durante las tertulias de verano del Departamento de Ciencias de la Salud de la IBERO Puebla, el Dr. Raúl Alcázar Olán describió el enojo como un estado de antagonismo hacia un agente externo, el cual puede generar reacciones fisiológicas diversas con base en la intensidad de la emoción y el temperamento de la persona. Todo aquello que genera incomodidad provoca enojo.

Los seres cercanos, especialmente los círculos familiares, son una fuente inagotable de rabietas. Algunos estudios han demostrado que las tensiones entre los padres tienen impactos negativos en los hijos, aun en la infancia temprana. Es de esperarse que los menores constantemente expuestos al enojo crezcan con ansiedad, estrés, sentimientos de culpa y miedo.

El académico de la IBERO Puebla compartió las principales válvulas de desahogo de la multicitada emoción. Desde el aspecto cognitivo, el enojo lleva a las personas a explorar los usos más agresivos del lenguaje para expresar sus sentires, mismos que pueden verse reflejados en expresiones corporales. Además, el enojo detona diferentes reacciones somáticas como la tensión y la presión arterial.

No existe un consenso sobre si el enojo es una emoción negativa o positiva. De acuerdo con el académico de la Universidad Jesuita, puede considerarse constructivo cuando ayuda a detectar injusticias y a tomar decisiones. En cambio, se vuelve problemático cuando conduce a la intransigencia y pone en riesgo las relaciones interpersonales como producto de conductas violentas.

Una de las claves para la gestión adecuada del enojo es el autocontrol: prestar atención a las señales corporales que indican que estás a punto de perder el control permitirá distinguir los eventos externos pudieron detonar la sensación para elegir una estrategia de contención y alivio.

Una técnica muy popular es la llamada “tiempo fuera”, que consiste en separarse momentáneamente de la persona con la que se discute para retomar el tema una vez que ambas partes hayan recuperado la calma. Para despejarse de una emoción negativa, Alcázar Olán sugirió recurrir a distractores agradables como comer, caminar, tomar aire, ayudar a alguien o realizar actividades relajantes.

Otra vez arroz

De acuerdo con la Secretaría de Salud, una dieta correcta es aquella que es adecuada para cada persona, suficiente en cuestiones de energía, equilibrada, completa (con todos los grupos alimenticios), variada e inocua. Algunos patrones dietéticos saludables (como el de la milpa, la mediterránea y la dash) incluyen la diversificación de alimentos, así como la inclusión de actividades y hábitos sanos.

Si bien estos modelos pueden ser funcionales para varios perfiles, la Mtra. Rosa María Salmerón Campos es consciente de que los hábitos alimenticios han cambiado durante el encierro pandémico; particularmente, debido a los reajustes en horarios y accesos a los alimentos.

De acuerdo con la experta, la ingesta promedio de energía es de 2,000 kilocalorías diarias, considerando características estándar para ambos sexos. Este aporte debe conformarse por hidratos de carbono (55%), proteínas (20%) y lípidos (25%).

Para diseñar un menú familiar saludable es importante tener en cuenta las características del núcleo del hogar relacionadas con los hábitos de vida, las actividades y las preferencias y restricciones de alimentación. Con ello en mente, será posible establecer promedios de consumo de energía y macronutrimentos para adoptar un patrón dietético para la familia.

Para la elaboración de menús variados y saludables existe el Sistema Mexicano de Alimentos y Equivalentes. En él, los alimentos son clasificados en grupos y subgrupos (relacionados con aportes de grasa). Dicha herramienta, biblia de nutriólogos y auxiliar del público general, puede ayudar encontrar las porciones adecuadas de cada alimento, mismos que han de ser distribuidos en los diferentes tiempos de ingesta.