Por: Alfonso González

No cabe duda que Puebla, además del delicado problema de salud generado por la pandemia, el Covid-19, la mala economía, el desempleo y la inseguridad, atraviesa una crisis política y electoral muy grave.

Una crisis muy peligrosa que sigue generando conflictos de todo tipo, políticos, legales y sociales.

Una crisis que se agudiza cada vez más con el paso del tiempo.

Una crisis que parece no tener fin.

Una crisis que se le adjudica a Morena, partido en el poder.

Una crisis impulsada por los antiguos aliados, convertidos ahora en los principales enemigos.

Una crisis política que en Puebla parece el mundo al revés.

Tal vez por eso es que la entidad es la más inestable políticamente hablando en el país.

Y así lo demuestra el más reciente análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el cual arrojó que nuestro estado tiene el menor potencial para un sistema político incluyente y democrático.

Así como se lee.

Los poblanos contamos con un muy malo y chafa sistema político incluyente y democrático.

Un sistema político y electoral, desde luego, en el que destacan los traidores.

¡Qué vergüenza, caray!

Y es que recientemente en Reto diario se publicó que, según el IMCO, en el Ranking del subíndice “Sistema político”, el estado sólo logra una puntuación de 16.26 en escala de 100, la cual mide: participación ciudadana en la vida democrática, corrupción y sana competencia política, entre otros factores y puntos que también fueron reprobados por la entidad.

Tan sólo el año pasado, Puebla se ubicó en la posición número 31, por debajo de Veracruz que para esta edición subió un peldaño.

Eso sí, a pesar de la mala referencia, en el ámbito político, el estado se ubica en la posición número 14 del ranking de gobierno eficiente y eficaz.

Sin embargo, leyendo esto uno se puede explicar por qué el tan bajo nivel de campañas por parte de los candidatos y sus distintos partidos políticos.

Por algo, también, las intensas campañas negras y de lodo en contra de los abanderados con mayores posibilidades de triunfo.

Guerras oscuras de desprestigio y linchamiento en las que, por cierto, participan partidos, candidatos, gobiernos, medios de comunicación, bots, especialistas en redes sociales, antiguos aliados, ahora traidores, y hasta artistas de la farándula.

Disputas en las que Puebla es protagonista.

Peleas que deberían ser sustituidas por propuestas y respuestas a las demandas de la gente.

Ya se fue prácticamente la segunda semana de campañas y lo que priva en redes sociales, de los partidos y sus candidatos, son descalificaciones y acusaciones de corrupción.

¿Esto es lo que queremos los poblanos?

¿Sólo asquerosas campañas de lodo?

¿Guerras estériles que únicamente abonan al descredito, ya no sólo de los partidos y sus candidatos, sino de todos los poblanos?

Porque tal parece que no somos capaces de someter a nuestros políticos y futuros gobernantes para tener unas elecciones de altura.

Con razón dicen que cada quién tiene lo que se merece, y los políticos que acepta -honrados o corruptos-.

Está claro que la principal guerra es contra la candidata de Morena a la presidencia municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, pero si sus enemigos se enfocaran más en las propuestas, incluida ella misma, las cosas seguro serian distintas.

Porque Morena sufre los embates por la administración que ha llevado a cabo los últimos tres años.

Es decir, está cosechando lo que sembró. Y solito el partido se va a caer, no habrá necesidad ni de empujarlo.

Sin embargo, insisto, somos los ciudadanos, y hasta los comunicadores, los que deberíamos exigir campañas de altura, de ideas, de proyectos y de acciones de beneficio para nuestra comunidad.

No es calificando o descalificando cómo vamos a ganar, o a lograr mejores gobernantes.

Es asombroso observar hoy cómo es que los antiguos amigos de Claudia Rivera son sus peores y principales enemigos.

Y lo mismo con el abanderado de Va por Puebla y el PAN, Eduardo Rivera Pérez, el puntero en las encuestas, quien hoy tiene de su lado a quienes durante el morenovallismo quisieron lincharlo y hasta encarcelarlo.

Afortunadamente, los ciudadanos somos los que podremos cambiar las cosas en las urnas. Ojalá que nadie se quede sin votar.

¿O a poco queremos seguir teniendo un estado político-electoral bizarro?

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Fotografía Yo soy Puebla