En el marco del XVII Foro del Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas del SUJ (CEAMOPE), investigadores de la IBERO Puebla compartieron algunos hallazgos y prácticas emprendidas para comprender, contener y redireccionar los estragos de la emergencia sanitaria en materia educativa e investigativa.

Privacidad expropiada

En el estudio titulado Teletrabajo de académicas en México: su precarización y afectividad, trece investigadoras de cuatro regiones del país recopilaron los testimonios de casi una veintena de sus colegas para comprender sus condiciones de vida y ejercicio profesional durante la pandemia. Una de las analistas fue la Dra. Amaranta Cornejo Hernández.

Con el estudio se busca generar conocimientos situados y reconocer los perfiles de la academia. Se fundamenta en la escucha activa para retomar la complejidad de las múltiples realidades. “Es importante seguir historizando las condiciones de precariedad bajo las cuales trabajamos”, explicó la coordinadora de la Maestría en Comunicación y Cambio Social de la Universidad Jesuita.

La primera etapa de la investigación ha encontrado que, en promedio, las académicas dedican cinco horas diarias al trabajo doméstico y de cuidados: preparación de alimentos, lavar la ropa y asear la casa son las actividades más recurrentes. Esto implica jornadas laborales extendidas con actividades no remuneradas.

Como relató la experta, la flexibilidad laboral se instauró a principios de los años 80 con la finalidad de que las academias privilegien la maximización de recursos, no la formación de personas. En la pandemia, este modelo ha propiciado la expansión de los horarios laborales y la colonización de los espacios privados.

La investigación adoptada por la Red de Ciencia, Tecnología y Género arrojó la presencia de una cultura académica de autoexplotación y transferencia de costos: se ha normalizado trabajar por más de diez horas diarias para cumplir con las demandas de producción. También se manifiesta una contracción en la fuerza laboral de las instituciones educativas, donde la docencia y la academia se insertan en el panorama de incertidumbre.

La llegada de la pandemia implicó que el 100% de las académicas se convirtieran en usuarias de espacios digitales (antes representaban menos del 45%). En ese sentido, Cornejo Hernández cuestionó si la hiperconectividad genera vínculos interpersonales o refuerza la invasión de lo privado. “¿Qué tanto esta vida onlife agota nuestra energía vital?”.

Entornos virtuales

Luego de trece meses de educación en línea, el alumnado de la IBERO Puebla ha expresado que los problemas de conectividad, las dificultades de comunicación con los docentes y la organización del tiempo son sus principales dificultades en el proceso de aprendizaje.

Para el Mtro. Omar Gutiérrez Peral, coordinador de Educación Virtual, los profesores han tenido aprendizajes significativos que formarán parte del diseño de nuevas estrategias pedagógicas virtuales. Tales hallazgos contemplan diferenciar los desafíos de los estudiantes foráneos y locales, identificar elementos para favorecer las dinámicas prácticas y contar con un acervo robusto de actividades complementarias.

Como ha sido evidente, en ningún nivel poblacional se ha superado el reto de la conectividad, tanto en la calidad de la red como en el acceso a los dispositivos a través de los cuales alumnos y maestros se incorporan a las clases en línea. Por ello, reiteró el especialista: “la tecnología va a ser una variable, pero el centro del diseño de actividades sigue siendo la experiencia de aprendizaje”.

En los últimos meses se ha confirmado la importancia de la dimensión afectiva en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Gutiérrez Peral recalcó la importancia de incluir acciones dedicadas a mantener y potenciar la motivación de los estudiantes, así como a la reflexión y el diálogo abierto.

Acompañamiento comunitario

A través de la investigación Comunidades de Aprendizaje se ha buscado articular el trabajo de académicos y representantes de comunidades organizadas del Barrio de Xonaca para implementar estrategias de aprendizaje significativo. Así lo compartió la Dra. Laura Bárcenas Pozos, investigadora de la IBERO Puebla y coordinadora del proyecto.

Diferentes académicos de la Iberoamericana Puebla han brindado sus servicios como formadores de los coordinadores del programa, quienes a su vez han capacitado a los profesores de la región en materia de nutrición, ciencias, y tecnologías de la información y comunicación. La misión es atender diferencias educativas desde las comunidades y con base en necesidades específicas.

El desarrollo tecnológico, reto generacional diferenciado, ha supuesto una deconstrucción de las formaciones clásicas de los docentes. La respuesta ha sido digna y pronta desde la Universidad, por lo que: “necesitábamos extendernos [hacia las comunidades]. Había muchas personas que tenían habilidades digitales limitadas”, concluyó Bárcenas Pozos.

Las Comunidades de Aprendizaje se definen como una respuesta educativa igualitaria para conseguir una sociedad de la información para todas y todos, donde cada integrante de la comunidad aporta sus saberes para conseguir los objetivos comunes. Particularmente, busca coadyuvar a la educación de niñas, niños y adolescentes frente a las problemáticas desatadas por la COVID.