Por: Humberto Aguilar Coronado
A todas luces la reforma aprobada en el Senado de la República para ampliar el periodo del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los miembros del Consejo de la Judicatura por dos años, es inconstitucional.
El asunto es tan importante para la vida democrática de nuestro país, así como para la defensa de las instituciones, de la división de poderes y por supuesto, de la propia Constitución General de la República, que varios destacados parlamentarios de morena han afirmado que esa reforma a un transitorio de la ley es inconstucional y que no podrá transitar en la Cámara de Diputados.
Legisladores experimentados y sensatos, con estudios profundos del derecho como Pablo Gómez, Lorena Villavicencio y Porfirio Muñoz Ledo, han manifestado su oposición a esta reforma, argumentando lo que también la oposición ha sostenido, que contraviene el texto constitucional porque éste señala que el periodo del presidente de la Corte será de 4 años, sin posibilidad de buscar la reelección, por estar expresamente prohibido.
El PAN por su parte, ha manifestado que, de aprobarse la reforma en Cámara de Diputados, presentarán una acción de inconstitucionalidad.
Lo más triste del caso es que el presidente no sabe que instancia es la que debe determinar si la reforma propuesta es inconstitucional o no, dado que, a pregunta expresa declaró: “Yo entiendo que no, que es constitucional, que no es inconstitucional, pero eso lo van a decidir en la Cámara de Diputados”.
Su argumento es muy simplista para defender la posibilidad de la prórroga en el encargo del Ministro Presidente, que es un hombre íntegro y honesto que ayudaría mucho en la renovación del Poder Judicial, porque dijo, urge una reforma al Poder Judicial. ¿Qué acaso el resto de las Ministras y los Ministros no lo son?
A mí me parece que el Ministro Presidente Saldívar, está siendo avasallado por Palacio Nacional y que debe ser el primero en responder por lo que representa, al Poder Judicial, y manifestarse en defensa de la Constitución y en contra de reformas que quieran violentarla. De no hacerlo, se excusará de participar en la deliberación de la constitucionalidad de la reforma, en el momento en que se presenten las acciones de inconstitucionalidad anunciadas.
Sin embargo, el fondo del asunto no es simplista, es mucho más complejo de lo que podríamos observar a simple vista, es sembrar en principio la confusión, mediante la intención expuesta sobre el principio básico de la no reelección, a través de la palabra prórroga en el ejercicio con el argumento de que las cosas tienen que cambiar para que se pueda continuar con la transformación que se defiende.
La pregunta es: ¿En un par de años, se tratará de modificar una ley secundaria para permitir la prórroga en el ejercicio presidencial para justificar los cambios que desde su punto de vista se requieren para continuar con la transformación propuesta?
Cuidado con espantarse con el petate del muerto, mejor, defendamos la Constitución y la división de poderes en este país. Entre otras cosas, para eso se requiere una nueva mayoría en Cámara de Diputados.