A través de múltiples foros y actividades, la IBERO Puebla busca que el mes de marzo se convierta en un recordatorio de la lucha de las mujeres, particularmente de los movimientos feministas, y de la urgencia de incorporar la perspectiva de género en todos los ámbitos de la vida.

De ahí el valor de repensar los espacios académicos bajo esta óptica paritaria. En palabras de la Dra. Nadia Castillo Romero, directora del Departamento de Ciencias Sociales: “desmontar la estructura patriarcal demanda reconocerlo en las prácticas cotidianas. Un resultado de ello es la construcción de subjetividades alternativas en el andamiaje jurídico y legislativo”.

Género y crimen

La trayectoria teórica del género ha pasado por diferentes cambios de paradigmas, situación que siempre supone grandes retos para los sistemas de creencias. Uno de los más trascendentales ocurrió en los años 60, cuando se le combinó con diferentes mecanismos de represión (clasismo, homofobia); esto propició las perspectivas interseccionales que pusieron en relieve las múltiples opresiones que puede sufrir una persona.

El género está presente en todas las instituciones y prácticas. Posturas vanguardistas como la maleabilidad del sexo y la refutabilidad de dos géneros suponen terrenos fértiles para revitalizar el área de experticia de Rosemary Barberet, PhD: la criminología feminista, la cual se basa esencialmente en derechos humanos.

La mujer ha sido históricamente invisible en la criminología debido a su énfasis en quien comete una falta (perfil predominantemente masculino). Las primeras teorías en la materia asumieron que las normas elaboradas por y para hombres aplican de la misma manera para las mujeres, lo cual ha sido refutado por las posturas feministas.

Las investigaciones iniciales que desenmascararon la violencia de género supusieron un cambio paradigmático, entre otras razones, por exigir que el ámbito privado sea abordado por la disciplina criminal. “La criminología feminista cuestiona si ciertas formas de masculinidad son criminógenas. El movimiento feminista proporciona teoría y método”.

Gracias a la perspectiva de género se comprobó que la violencia contra las mujeres es una pandemia vital que tiene tendencias significativas a ser ejercida por conocidos. Además, las violaciones han dejado de entenderse como fenómenos que ocurrían solo en tiempos de guerra.

Por otro lado, existen altos rezagos en la incorporación de mujeres al ejercicio jurídico y legislativo. Rosemary Barberet recordó que la inclusión de las mujeres y personas de la diversidad sexual en profesiones criminológicas supone un ejercicio de igualdad y legitimidad por parte de los estados democráticos. Además, continuó, estas personas cuentan con habilidades y cualidades importantes para el correcto funcionamiento de la justicia.

Cuando ellas delinquen

La profesora de justicia criminal internacional trazó algunos perfiles históricos de la mujer delincuente. A finales del siglo XIX se mostró un interés en la relación entre el aspecto físico y la propensión a delinquir. Además, las conductas criminales en mujeres eran concebidas como anomalías, mientras que en los varones eran percibidas como actos naturales.

“Tenemos que cuestionar si las mujeres delinquen porque se están masculinizando. ¿La delincuencia es algo que expresan las personas masculinas?”: Rosemary Barberet, PhD.

Las criminólogas feministas han encontrado que las mujeres participan en menor medida en actos delictivos debido a los roles de género. En cambio, los crímenes cometidos por ellas son producto de su propia victimización, la feminización de la pobreza, el narcotráfico y el crimen organizado.

Así, actualmente las mujeres son detenidas por delitos no violentos o relacionados con drogas ilícitas. Si bien atraen mucha atención mediática cuando se les arresta por delitos violentos, el debate internacional se ha enfocado en entenderlas como víctimas, lo que puede poner en riesgo las necesidades de las mujeres en prisión.

Ellas representan el 7% de la población penitenciaria a nivel mundial. Por ser minoría, suelen ser sobreclasificadas, lo que reduce sus oportunidades de rehabilitación, educación y formación laboral, además de derivar en problemas de salud mental y abuso de sustancias.

Barberet compartió que el adelanto más importante para las mujeres en prisión se encuentra en las normas de Bangkok (2010). En ellas se incluyen 70 reglas donde se incluyen las necesidades de género: programas para madres e hijos, programas de salud física y mental para la mujer, prevención de la victimización, alternativas a la pena privativa, etcétera.

Criminología y masculinidad

Hay diferentes expresiones de masculinidad según la cultura; la hegemónica y la subordinada son las más asociadas con la criminalidad. No obstante, el ejercicio de dominación tiene costos al margen del dividendo patriarcal: “dentro de la aspiración de muchos hombres de llegar a ser importantes se pueden ver altas tasas de delincuencia, abuso de drogas y victimización”.

Si bien las mujeres son mayoritariamente víctimas en ciertos delitos, la mayoría de las víctimas de crímenes, enfatizó Rosemary Barberet, son hombres a manos de otros hombres. Esto ha encaminado a cuestionar si los servicios para víctimas se han feminizado, lo que, en conjugación con el rechazo a admitir el miedo al delito, aleja del acceso a la justicia a los varones.

La masculinidad hegemónica es autoritaria y tóxica. Desde las esferas del poder, esta masculinidad lleva a la delincuencia. Por otro lado, la masculinidad subordinada es de opresión, marginación y está ligada a la homosexualidad. “Cuando hablamos de la frialdad y el punitivismo del aparato jurídico no es casualidad: estas características existen para controlar a las masculinidades subordinadas”.

La fluidez de los roles de género impulsada por la diversidad sexual y los estudios feministas es uno de las mayores aportaciones a la criminología. La especialista cerró con un llamado al trabajo colaborativo y paritario: “queremos que los hombres sean nuestros aliados, pero ¿qué hacemos con ellos? No se trata de desempoderarlos, sino de reforzar sus cualidades femeninas”.

 

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