Qué difícil resulta hacer un juicio sobre la actitud de las mujeres que ayer vandalizaron inmuebles históricos y dañaron vehículos de otras mujeres en la 5 Poniente de la ciudad de Puebla.

Es difícil porque, lo fácil, sería condenarlas ante la evidencia de sus actos ilegales.

Pero sería injusto porque ante la falta de justicia que viven muchas mujeres parece ser, por el momento, la única forma de alzar la voz, de visibilizar tanta violencia que todos los días padecen hasta en sus propios hogares.

Ellas, las feministas, dicen que destruir es justificado y que cualquier objeto material se puede reparar, pero las vidas de las mujeres asesinadas no.

En redes sociales fueron, otra vez, juzgadas y condenadas.

La sociedad y, sobre todo, las mujeres que no están de acuerdo con ellas se suman a las criticas de hombres que las tachan de delincuentes por vandalizar inmuebles y automóviles afuera del Congreso del Estado.

Lamentablemente las posturas están ya radicalizadas y, todo indica, que las cosas se pondrán peor porque ya se metió a este complejo problema la disputa política entre el Ayuntamiento de Puebla y el Gobierno del Estado.

Y en medio de toda esta lucha política y social están miles de mujeres víctimas de todo tipo de violencia.

Sin duda alguna que como sociedad vamos por el camino equivocado.

Todos caminamos por distintas rutas y no terminamos por entender sólo entendiendo la violencia como un problema común, es como se puede encontrar una solución de fondo.

Mientras eso pasa, las feministas seguirán por la ruta de la destrucción como único camino para alzar la voz.

Del otro lado, la inmensa mayoría de la sociedad seguirá con una brutal indiferencia ante la violencia contra las mujeres.