El papa Francisco se encontró hoy en Erbil, la capital del Kurdistan iraquí, con el padre de Aylan Kurdi, el niño sirio-kurdo de tres años que murió ahogado cuando intentaba llegar en un bote a Turquía en 2015 escapando de la guerra.
Según la comunicación difundida por la Oficina de Prensa del Vaticano,“el Papa habló largamente con él y, con la ayuda del intérprete, pudo escuchar el dolor del padre por la pérdida de su familia y expresarle su profunda participación y la del Señor en el sufrimiento del hombre”. Por su parte, Abdullah expresó su gratitud al Papa por sus palabras de cercanía a su tragedia y a la de todos los emigrantes que buscan la comprensión, la paz y la seguridad abandonando sus propios países incluso a riesgo de sus vidas.
El 2 de septiembre de 2015, la fotografía del cadáver del pequeño sirio, de 3 años, que intentaba junto a sus padres y hermano llegar a la isla griega de Kos, provocó enorme conmoción en el mundo, arrojando una cruenta luz sobre el drama de centenares de miles de refugiados, sobre todo sirios, que huyen de la mortífera guerra en su país.
Aylan Kurdi se ahogó con su hermano mayor Galip y su madre Rehanna cuando su bote neumático se hundió en medio del Egeo. Solo el padre fue el único que sobrevivió al naufragio de la precaria embarcación.
Como centenares de miles de sirios, la familia Kurdi huyó de la guerra que ensangrienta su país desde 2011 y del avance del grupo Estado Islámico en la región de Kobane donde vivía. La familia Kurdi estaba escapando de esa ciudad, sitiada durante meses por el grupo yihadista, en un intento de llegar a Europa para después emigrar a Canadá.
El niño fue fotografiado por la fotoperiodista turca Nilüfer Demir y la imagen dio la vuelta al mundo. En los meses siguientes, el cuerpo sin vida de Aylan, tendido en la playa, fue representado por artistas de todos los continentes para mantener vivo su recuerdo.
De hecho, el padre de Aylan Kurdi le regaló al pontífice un cuadro con la trágica foto del niño ahogado en las costas del mar Egeo.
Aylan se convirtió en un símbolo involuntario del horror. El policía turco que aparece en varias fotografías recogiendo en una playa de Bodrum el cuerpo sin vida del pequeño pensó en su propio hijo cuando vio al niño sirio de tres años yaciendo en la playa. “Cuando me acerqué al niño me dije a mí mismo ‘Dios mío, espero que esté vivo’. Pero no mostraba señales de vida. Estaba devastado”, contó el policía Mehmet Ciplak en declaraciones a la agencia turca Dogan. “Tengo un niño de seis años. Cuando vi al pequeño pensé en mi hijo y me puse en el lugar de su padre. No puedo describir con palabras la visión tan triste y trágica que era aquello”, recordó.