La familia de Morena en Puebla, sus líderes, sobre todo, sus simpatizantes, sus funcionarios, sus candidatos y ahora hasta sus plumas están haciendo todo para perder la elección, si de por si en las encuestas no están tan bien calificados.
El cochinero que tienen en la entidad es más que evidente.
¿Y así se quejaban del PRIAN, del PRD, de Antorcha Campesina y de todos los vicios políticos del pasado?
Que pena que hoy que su líder moral y nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), está infectado de Covid-19 sigan a la deriva, sin rumbo, sin acuerdos, sin un proyecto sólido, único en cada estado, particularmente en Puebla, para tratar de ganar la elección.
Si eso nos les mueve para poder continuar con el legado partidista que les dejo el obradorismo de plano están fritos.
Por ello está más que justificado el nacimiento del partido político de Pedro Haces Barba, Fuerza Social por México (FSM), protegido por AMLO y dirigido a nivel nacional por el diputado local Gerardo Islas Maldonado.
A los morenistas les ira muy mal si es que llegan a la jornada electoral del próximo 06 de junio separados, fragmentados y agarrados del chongo, como permanecen.
A ver si el poder no les dura sólo un sexenio.
Porque la segunda opción de AMLO, en caso de que Morena siga en las mismas, en decadencia, es precisamente FSM.
Y es que tan mal están las cosas en el Comité Estatal de Morena que ayer ya salieron a la luz dos aspirantes más a la presidencia municipal de Puebla, los diputados federales Alejandro Carvajal Hidalgo y Saúl Huerta Corona, con quienes suman cinco los personajes que quieren el mismo cargo, junto con la actual presidenta Claudia Rivera Vivanco, el diputado Gabriel Biestro Medinilla y el senador Alejandro Armenta Mier.
Más los que se acumulen esta semana porque parece que el pleito en Morena va para largo, al menos entre sus bloques más fuertes, el de los barbosistas y el que encabeza la Claudia Rivera.
De hecho, el madruguete que quisieron aplicarle a Edgar Garmendia de los Santos, actual dirigente estatal de Morena, por parte de Mario Bracamonte González, su antecesor, muestra la grave descomposición que hay en el partido.
Una desintegración de militancia, a todas luces, provocada por los detractores de Garmendia y de su amigo el senador Alejandro Armenta, quien mantiene -hasta ahorita- el control de su partido.
Está claro que a Bracamontes lo mueve un titiritero porque lo único que está haciendo es tratar de reventar y de desestabilizar a Morena. Dar patadas de ahogado.
A Mario Bracamontes lo están utilizando para hacer el trabajo sucio en Morena.
Sin embargo, le están pegando, al mismo tiempo, a su partido, a su credibilidad, a su unidad, y están mermando y acotando las posibilidades de triunfo en la contienda por el municipio de Puebla.
Mientras la baraja de aspirantes se siga abriendo, el partido se sigue fragmentando y las posibilidades de los aspirantes más fuertes se dividen y se debilitan.
Y aunque a los dos nuevos aspirantes nadie los conoce ni en su propia colonia porque parece que no han hecho nada por la ciudad y, en general, por el estado, ya se metieron a la contienda para ganar si no la grande una diputación o regiduría, o de plano la reelección, apoyada por su partido y su dirigencia.
No es ninguna casualidad que Alejandro Carvajal y Saúl Huerta hayan levantado la mano.
El único alivio que le queda a Morena, si es que hay algo bueno en medio de su cochinero, es que en el PAN poblano las cosas están igual o peor.
Allí también parece que no se han dado cuenta que están perdiendo la gran oportunidad de sumarse a un solo proyecto para tratar de derrotar a Morena y a sus gobiernos.
Se siguen jaloneando y trompeando, pateando y escupiendo, cuando tienen la oportunidad de mostrar carácter, madurez e inteligencia, cosa que parecen no tener sino todo lo contrario.
Los panistas que siguen ese juego sucio dan vergüenza, francamente.
A ver si esto no lo vuelven a pagar caro.
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