El destino de los Juegos Olímpicos pospuestos de Tokio vuelve a estar sumido en dudas después de que Japón declaró un segundo estado de emergencia para las áreas metropolitanas a medida que los casos de COVID-19 se disparan a nuevos niveles.

Japón es uno de varios países donde el virus ha regresado en los meses de invierno y Tokio llegó a un récord de dos mil 447 casos el jueves pasado. El descubrimiento de una cepa nueva y posiblemente más infecciosa en el Reino Unido y Sudáfrica también ha alarmado a los gobiernos de todo el mundo. Con menos de 200 días para la ceremonia de apertura, la situación ha reavivado las dudas sobre la viabilidad de realizar de forma segura incluso una versión limitada de los juegos cuatrienales.

Si bien el recuento de infecciones de Japón ha estado muy por debajo de otras naciones ricas industrializadas, la pandemia ha sido una nube persistente sobre los Juegos Olímpicos desde que se retrasaron hace casi un año. El reinicio de los eventos deportivos en todo el mundo y el desarrollo de vacunas han proporcionado cierto optimismo, pero los organizadores han dicho que los Juegos Olímpicos de 2020 se cancelarán, no se retrasarán, si no pueden continuar según lo programado. Dicho esto, el primer ministro Yoshihide Suga reiteró que estaba decidido a celebrar los Juegos incluso cuando anunció las nuevas restricciones.

“Bajo el estado de emergencia, la idea es que probablemente llevará mucho tiempo contener la pandemia”, dijo Kenji Shibuya, profesor y director del Instituto de Salud de la Población del King’s College de Londres, y un crítico abierto de la respuesta japonesa al coronavirus. Cuando se le preguntó si marzo era un momento apropiado para decidir la celebración de los Juegos y los detalles sobre cómo proceder, dijo que “no es realista que puedan tomar medidas para marzo”.

Con una duración de un mes, las restricciones de emergencia actuales se centran estrictamente en reducir las infecciones en bares y restaurantes, mientras que los eventos se han librado de cancelaciones generales. Sin embargo, si las medidas menos estrictas no logran cambiar el comportamiento de las personas, la declaración se prolongará.

El principal asesor de virus de Japón, Shigeru Omi, ha dicho que levantar el estado de emergencia a tiempo será casi imposible, y que las restricciones podrían continuar hasta marzo o abril, aunque luego dijo que podría levantarse en un mes si la población coopera. De cualquier manera, eso dejaría poco espacio para tomar una decisión sobre los Juegos. La determinación del año pasado de posponerlos se tomó a fines de marzo, incluso antes de la primera emergencia más estricta, que duró hasta fines de mayo.

No contener los casos rápidamente también afectaría la planificación incluso para una versión reducida del evento deportivo. La necesidad de realizar pruebas exhaustivas y poner en cuarentena a los atletas se sumaría al esfuerzo logístico sin precedentes de reorganizar eventos, contratistas y lugares. También podría inflar el precio ya histórico de Japón para los juegos de 1.35 billones de yenes (13 mil millones de dólares).

El estado de emergencia también complicará la llegada de participantes en los Juegos, además de las dudas sin resolver de si se permitirá al público local y extranjero. Esas determinaciones pueden verse dificultadas por las mutaciones del virus que se encontraron por primera vez en el Reino Unido y Sudáfrica y que se han extendido a nivel mundial. Japón ya ha reforzado sus controles fronterizos en respuesta a las nuevas cepas.

El Comité de Tokio 2020 ha indicado que tendrá que decidir sobre un límite de espectadores y restricciones para ingresar al país desde el extranjero para esta primavera, debido al proceso de emisión de boletos. Otras medidas contra el coronavirus aún se pueden ajustar después de la primavera, según el grupo.