Algo que deben cuidar todos los gobiernos, pero sobre todo ahora el de la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, por lo delicado de las repercusiones y de la magnitud legal que pudieran generar, son las acusaciones sin pruebas de por medio.
Particularmente cuando estas pudieran alcanzar a ex funcionarios de primer nivel, como diputados, senadores, ex ediles y hasta ex gobernadores.
Porque el calor del momento político y del poder puede jugar una mala broma, una mala pasada y pleitos legales a gran escala.
Y es que el político de hoy -el de la 4T- está metido de lleno en el discurso de la lucha contra la corrupción, en erradicar los malos gobiernos del pasado que lo único que hicieron fuer robar a montones, según ellos.
Empero, la moda implementada por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) debe cuidarse mucho porque no les queda a todos. Si hasta parece que ni a ellos mismos.
Evidentemente, no la han sabido manejar.
Mucho menos cuando el pasado de quien lo declara es oscuro, cuando hay malos antecedentes de por medio, cuando hay una cola larga, o un momento nada transparente de la vida pública de esa persona.
El ofuscamiento, el frenesí y la borrachera de poder traicionan.
Y lo digo porque seguro existen ex funcionarios corruptos que merecen estar en la cárcel, y que no deberían volver a salir nunca por ladrones, pero sobre todo porque se aprovecharon de la gente para saciar su ambición.
Eso sí, al fin y al cabo, por algo son políticos y por eso su imagen ante los ciudadanos, en general, es deplorable.
Hoy por hoy los tiempos electorales, la calentura del momento, provocan emociones encontradas en los funcionarios públicos -de todos los niveles- y con el afán de seguir la línea presidencial, el discurso que vende y que ofrece sangre y sacrificio, políticamente hablando, podrían anunciar delitos falsos.
Para denunciar algo, o a alguien, hay que tener pruebas contundentes, y sobre todo cuando la denuncia es tan grave como la que lanzó ayer Catalina Pérez Osorio, titular de la Secretaría de Igualdad Sustantiva de Género de la Comuna poblana.
La funcionaria denunció en una entrevista con Rodolfo Ruiz, director de e-consulta, que el ex gobernador Antonio Gali Fayad, el exfiscal Víctor Carrancá Bourget y los últimos ex secretarios de Salud del estado operaron una red de prostitución con hoteleros del Centro Histórico de la capital.
Una acusación muy temeraria y dura, sin duda, pero ¿y las pruebas que avalan y acreditan sus dichos dónde están?
¿Por qué hasta hoy lo dice la funcionaria?
¿Por los tiempos electorales?
¿Será por qué así se lo ordenaron?
¿O sólo por qué se le ocurrió?
Según la funcionaria, el acuerdo entre autoridades y hoteleros del primer cuadro de la ciudad, comenzó con el gobierno municipal de Tony Gali, en 2014, y concluyó hasta la administración de Luis Banck Serrato, quien sustituyo al primero hasta 2018.
Sin embargo, Catalina Pérez, parece haberse equivocado porque no presentó un vídeo, una declaración grabada, un escrito firmado por las y los afectados, ni mucho menos una sola prueba de todo lo que despotricó.
¿De verdad que la desgracia de Puebla y el fenómeno de la prostitución es un fenómeno exclusivo de los gobiernos panistas?
¿En serio, Doña Catalina?
La funcionaria aseguró que la zona de tolerancia de las administraciones pasadas está en un polígono que va de la 4 a la 18 oriente-poniente, y de la 2 a la 11 norte.
Sostuvo que la intención de esos pasados gobiernos era que las mujeres, quienes ejercen el mal llamado “oficio más antiguo del mundo”, no estuvieran en las calles para no dar “mala imagen” y así asegurar que en la capital no sé ejercía la prostitución.
¿En serio?
Que extraño que la funcionaria municipal haya deslindado al PRI, a Morena y a cualquier otra administración del fenómeno de la prostitución cuando hoy por hoy ese mal social sigue siendo toda una realidad.
Y para comprobarlo sólo tendría que recorrer la 4 y la 8 poniente para darse cuenta.
¿Pues en qué mundo vivirá Doña Catalina?
¿De dónde habrá sacado tremenda denuncia, la cual sólo quedó en una mera declaración mediática, o, de plano, en una simple ocurrencia porque no hay pruebas de por medio?
Y luego, entonces, si aseguró que la prostitución la fomentó el PAN y sus gobiernos ¿por qué deslindó a Luis Banck?
Dijera el clásico, “me huele a cochupo”.
Si hasta parece un encargo para deshonrar a ciertos personajes.
Es como decir que el gobierno de la ciudad, la policía y toda su estructura tolera el robo de autopartes y la comercialización de estos artículos sólo porque existe la 46 poniente.
¿No es una barbaridad, Doña Catalina?
Es más, dicen que ya erradicaron este mal, aunque en realidad todos sabemos que allí sigue.
¿Y las denuncias en contra de los supuestos implicados en el supuesto delito dónde están?
Ay, Doña Catalina, usted y sus ocurrencias.
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