Es una pena que el actual gobierno federal y todos los estatales en Puebla hayan hecho caso omiso a las demandas y exigencias de la periodista y escritora Lydia Cacho Ribeiro, quien fuera detenida y encarcelada arbitrariamente por el gobierno de Mario Marín Torres, mejor conocido como “el gober precioso”.
Las órdenes del entonces mandatario, por petición expresa del empresario libanes Kamel Nacif Borge, también conocido como “el rey de la mezclilla”, fueron detener a Lydia Cacho, torturarla y ponerla tras las rejas por haber escrito el libro “Los demonios del Edén”.
Mario Marín ejecutó la orden de su amigo Kamel y le propino un “coscorrón” a la periodista, a quien detuvieron en Cancún y trajeron por carretera -mil 500 kilómetros- hasta Puebla para ponerla tras las rejas.
Los presuntos torturadores de la trama macabra contra Cacho, lamentablemente, siguen libres y prófugos, en el caso del gober precioso y del rey de la mezclilla.
Eso sí, la interpol los sigue disque buscando sin tener pista alguna sobre su paradero, a pesar que toda su familia está bien ubicada, tanto en Puebla como en el resto del país y algunos puntos del extranjero.
No es novedad que los hermanos, sobrinos y parientes de Mario Marín aparezcan en lugares públicos de la capital gozando, aparentemente, de los frutos que les dejó que su pariente fuese gobernador del estado.
Es increíble como el gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) haya dado tan rápido con el paradero de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, para exhibirlo mediáticamente, aunque no lo hayan enjuiciado y encarcelado, y no mueva un solo dedo para hacer justicia en casos como el de Lydia Cacho.
Es evidente que la 4T aplicó aquello de “A los amigos justicia y gracias, y a los enemigos la ley a secas”.
Porque no hay otra explicación para entender cómo es que nadie encuentra a Mario Marín.
Y lo mismo sucede con las administraciones que han gobernado Puebla después del PRI y del gobierno marinista.
Ninguna hizo algo para enjuiciar y hacer justicia contra los responsables del encarcelamiento y tortura de Lydia Cacho, quien ha tenido que batallar para que se aplique la ley en su caso, sólo por vivir en México, -donde todo puede ser posible- y se detenga y encierre a sus captores.
“Pero que asquerosidad es esto, eh”, dijera el mismísimo Kamel.
Por lo pronto, ayer los supuestos flamantes abogados del ex gobernador Mario Marín, del despacho E&E Consultoría Corporativa de México, se atrevieron a circular una aclaratoria para desdecir a Lydia Cacho sobre el descongelamiento de las cuentas del ex mandatario.
Arguyen que su cliente no tiene 800 millones de pesos, cosa que nadie podría creer, desde luego, porque probablemente cuente con una cantidad mayor tras haber sido gobernador y funcionario público por muchos años.
Y para variar, los abogados del “Licenciado Mario P. Marín Torres”, como llaman al ex gobernador priista poblano, acusan a Lydia Cacho de lanzar una afirmación falsa que “incurre en una falta de respeto absoluta, al realizar acusaciones de corrupción totalmente infundadas hacia los titulares del Poder Judicial de la Federación”.
¡Hágame, usted, el cochino favor!
Ya sólo falta que los abogados de Marín denuncien a Lydia Cacho por faltarle al respeto a su cliente, o a “los titulares del Poder Judicial”.
Parece que vivimos en el mundo al revés.
Si alguien está enterada de la indagatoria contra Mario Marín y Kamel Nacif, por dar puntual seguimiento a su caso, es la misma Lydia Cacho, quien ha dado una batalla ejemplar contra el poder y los políticos que lo poseen, sobre todo en casos de abuso de autoridad, corrupción, ultraje a menores y derechos humanos.
Me parece ridículo que E&E Consultoría Corporativa de México pretenda darse golpes de pecho, o desviar la atención de un tema tan grave tratando de sugerir acusaciones a las autoridades judiciales.
Por lo pronto la batalla de Lydia Cacho continúa.
Y aunque no se ve por dónde pudiera lograr que el gobierno de la 4T meta la mano para encontrar a sus captores y torturadores, ella sigue dando pelea.
Ojalá que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta extienda la mano a la periodista y escritora y le muestre un detalle de humildad, para hacerle saber que la actual administración en Puebla es diferente.
No basta con decir que en Puebla al que delinque se le llama delincuente, como en su momento lo dijo Mario Marín.
Más bien lo que cuentan son las acciones y las muestras fehacientes de sensibilidad y humildad política.
Las palabras, como dicen, se las lleva el viento.
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