Entre los muchos misterios que rodean a Teotihuacán, uno ha sido especialmente difícil de descifrar, el idioma que hablaban sus residentes.
El descubrimiento en la década de 1990 de los enigmáticos glifos en color rojo ha llevado a un creciente número de expertos a cuestionar la opinión de que un sistema de escritura estaba ausente en la ciudad, que floreció desde aproximadamente el año 100 a.C. hasta el 550 d.C.
Algunos dicen que pudieron haber sido empleados para enseñar a escribir, otros piensan que representaban nombres de ciudades subyugadas que pagaban tributos, o que fueron utilizados como signos en rituales para curar enfermedades.
La historiadora del arte Tatiana Valdez, autora de un libro publicado este año sobre los glifos de Teotihuacán, dice que los 42 símbolos del patio, muchos en secuencias lineales, constituyen el texto más largo jamás encontrado en las ruinas de la antigua ciudad.
En general, hasta ahora se han identificado tentativamente más de 300 jeroglíficos teotihuacanos, indica. Imágenes del glifo más recientemente encontrado serán publicadas en un artículo académico el próximo año.
“La escritura es rara en Teotihuacán, cuando sus ‘textos’ se comparan/contrastan con los de los sitios mayas”, dijo Joyce Marcus, una arqueóloga de la Universidad de Michigan, señalando la antigua ciudad Tikal, una contemporánea de Teotihuacán en la actual Guatemala, que alberga monumentos con hileras de glifos que han podido ser descifrados.
Es probable que la escritura en la metrópoli se limitara sobre todo a sus libros, que difícilmente aparecerán por la velocidad del deterioro del papel o las pieles de animales utilizados por los escribas antiguos.