La lideresa del PAN en Puebla, además de ser una política marginal y de encabezar una oposición sistemática e inexistente, se hizo acompañar en el Comité Directivo Estatal del albiazul por personas limitadas e inoperantes que han incrementada la aguda crisis que vive el partido de derecha desde que fuera desterrada del gobierno en el 2018.

Ensimismada en un sueño de opio inalcanzable y obsesionada con acaparar las principales candidaturas de Acción Nacional para las elecciones locales del próximo año, Huerta Villegas perdió todo rumbo y liderazgo al interior del panismo poblano, en donde ya nadie la respeta como la presidenta del CDE y en donde su voz se pierde en los oídos sordos de sus correligionarios.

“La Jefa Geno” vive en una burbuja.

Ver: Sin Lalo Rivera en la boleta, el PAN se prepara para la colisión en 2021

Además de los liliputienses del Comité Estatal que nada más le “dora la píldora”, Huerta Villegas encontró en Eduardo Alcántara, ex empleado de Eduardo Rivera, a quien ahora odia, a su asesor de lujo.

De hecho, Intolerancia Diario en un extraordinario reportaje firmado por el reportero Francisco Sánchez Nolasco exhibió los jugosos negocios que Genoveva Huerta hace a costas del panismo poblano.

Al decir del rotativo local, la lideresa de Acción Nacional en la aldea entregó en apenas cuatro meses 600 mil pesos a Alcántara Montiel por una serie de cursos para el CDE azul, llamados “Empoderamiento Político de la Mujer”, “Liderazgos Humanísticos” y otra serie de inventos del ex secretario de Gobernación municipal en el trienio de Rivera Pérez.

La enamoradiza presidenta del Comité Estatal panista está acostumbrada a consentir a los hombres que le endulzan al oído. Para muestra el salario de 40 mil pesos mensuales que le paga a su novio Irving Vargas por ser el representante del partido ante el IEE.

Ver: Comité Directivo del PAN le paga 40 mil pesos al novio de Genoveva Huerta

(El corazón indomable de Genoveva tuvo su primer desencuentro en el mirador de Los Fuertes, pero esa es otra historia).

Pero, las asesorías fantasmas y los cursitos no son los únicos negocios entre Genoveva y Alcántara, ya que la lideresa panista está obligando a todos los alcaldes emanados de Acción Nacional en el estado a contratar a la empresa del ex titular de la Segom para mamar del presupuesto de los municipios, como así lo hicieron en la era morenvallista.

Sin embargo, los hombres de “La Jefa Geno” no son muy agradecidos con su lideresa estatal, quien anhela con llegar a la presidencia municipal de Puebla como en su momento su mecenas Rafael Moreno Valle soñó como ser presidente de la República en el 2018.

Y es que, Eduardo Alcántara fue quien “le metió el pie” a Genoveva Huerta al filtrar la lista de la nómina del Comité Directivo Estatal azul dejando expuesto el ignominioso salario de 104 mil pesos que la presidenta panista percibe mes con mes.

Ver: Genoveva Huerta gana más que Barbosa, Claudia Rivera y diputados locales

En su afán por ensuciar a Jesús Zaldivar, líder municipal panista en Puebla capital, a quien culpó por la nota de Intolerancia, Eduardo, el “asesor de lujo” de Genoveva Huerta mandó una serie de documentos internos del partido para atacar al ex diputado local, como así lo demuestran las capturas de pantallas del chat de whatsapp en donde Alcántara subió los pagos al CDM del PAN en la capital y la tabla que contiene la remuneración mensual de los integrantes del CDE.

¿Por qué Alcántara Montiel, sin ser miembro del Comité Directivo Estatal, tiene acceso a los documentos oficiales del PAN y a las cuentas del partido?

¿Las asesorías millonarias también incluyen el área fiscal y contable del PAN?

¿Estará Marko Cortés, líder nacional del PAN, del desmadre que Genovevita está haciendo el Comité Estatal poblano?

Preguntas que sólo la “Jefa Geno” y su “amiguito” Eduardo Alcántara pueden contestar.

Con este equipo de trabajo Huerta Villegas tiene la fantasía de llegar al Charlie Hall.

Qué caro le está saliendo al PAN el último gran error de los Moreno Valle.

Éste es el descaro de Doña Genoveva y sus hombres.

Ver para creer.