El director de cine británico Alan Parker, autor de grandes éxitos de taquilla y crítica como Expreso de medianoche o Evita, falleció ayer a los 76 años, informó su familia.

Ganador de dos Oscar al Mejor Director a lo largo de una prolífica carrera, Parker murió “tras una larga enfermedad”, explicó la familia mediante un comunicado.

Cineasta que rechazaba los adjetivos que encasillaban, Parker se labró fama en la década de 1970, saltando de género en género sin dudar, desde la comedia musical Bugsy Malone, su primera película, hasta el cine áspero y comprometido del Expreso de medianoche (1978), sobre la dura realidad de las cárceles turcas.

En 1980 tuvo un enorme éxito con Fama, otro musical que se convirtió en serie televisiva, y repitió dos años después con The Wall, otro musical de gran impacto visual por su crudeza, basado en el doble álbum musical de Pink Floyd.

En 1996 fue el turno de Evita, una adaptación del famoso musical para la que contó con Madonna en el papel estelar y Antonio Banderas como Che.

Era un “camaleón” con “un extraordinario talento”, reaccionó la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.

En total, sus obras cosecharon 19 BAFTA (el equivalente del Oscar en Gran Bretaña), 10 Globos de Oro, 10 Oscar y un Gran Premio del Jurado de Cannes, por Birdy (1985).

Nacido el 14 de febrero de 1944 en Londres, Alan Parker, al igual que Ridley Scott y muchos otros directores británicos, inició su carrera en la publicidad.

En 1974 pasó a la televisión con el drama The Evacuees, que tuvo gran éxito entre la crítica, y ganó un premio Emmy Internacional.

Al año siguiente escribió el guion y dirigió su primer largometraje, Bugsy Malone, un exuberante y original pastiche musical de películas de gángsters con un elenco de niños que incluyó a una muy jovencita Jodie Foster.

Tras la sacudida que supuso Expreso de medianoche, que cuenta el calvario de un joven estadunidense encarcelado en Turquía por narcotráfico (dos Oscar, uno al Mejor Director), pasó de nuevo al musical con The Wall.

Siete años más tarde volvió al cine comprometido, con Mississippi en llamas, que narra la investigación del FBI sobre la desaparición de tres figuras de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.

Trabajó con algunos de los mejores actores de su generación: Robert de Niro encarnando al Diablo en Corazón diabólico (1987), Gene Hackman en Mississippi en llamas o jóvenes desconocidos entonces, como Nicholas Cage en Birdy. Destaca también Las cenizas de Ángela, de 1999.

El productor británico David Puttnam rindió homenaje al que era “su más viejo y estimado amigo”, alguien que “siempre impresionó por su talento”.