Si algo faltaba para que nuestros diputados poblanos evidenciaran que son una partida de levanta dedos, simuladores y malos actores del servicio público poblano, ayer, con su falsa preocupación ambiental quedó claro dónde están concentrados sus verdaderos intereses.

Y temo decirles que no están en el bienestar de los ciudadanos.

Mucho menos en proteger ni el medio ambiente, ni en la equidad de las cosas, ni en acabar con la verdadera contaminación en Puebla, ni mucho menos en contribuir en mejorar la belleza arquitectónica de la ciudad capital o el estado.

Nada de eso.

Aller quedó aprobada la reforma para modificar el Código de Instituciones y Procesos Electorales del Estado (Coipep), la cual prohíbe la colocación de propaganda política en equipamiento urbano, dígase espectaculares, mamparas, bastidores y también en el transporte público.

Y quedó demostrado que la mayoría de nuestros flamantes diputados lo único que hace es participar en un show cómico, mágico y de terror que antes se llevaba a cabo en la sede del Congreso pero que por la pandemia ahora se hace de manera virtual.

Que pena, caray.

Por algo dicen que cada quien tiene a los funcionarios y diputados que se merece.

Y si es así miren que los poblanos estamos pagando muy caro el voto que depositamos para designar a la mayoría de los 41 mujeres y hombres que integran la LX Legislatura.

¿De cuándo acá les salió lo ecologistas a nuestros diputados?

¿Por qué hasta hoy se preocupan disque por la contaminación visual si llevan meses en su cargo?

¿Les molestan los espectaculares disque porque ensucian la vista y la imagen de la ciudad cuando existe otro tipo de contaminación más grave?

Y el río Atoyac es una de ellas.

Con razón dicen que ser oposición no es lo mismo que ser gobierno, y mal pensando en que se acercan ya los tiempos electorales entonces se entiende por qué se impulsó y aprobó una reforma que prohíbe la propaganda política en Puebla.

Nada raro en los tiempos de la 4T.

Y publicidad, por cierto, que se da en todas las administraciones estatales y gobiernos, así como en todos y cada uno de los procesos electorales llevados a cabo en Puebla.

Tampoco es algo que se descubrió ayer.

Nuestros diputados se asustan cuando son ellos, precisamente los políticos y funcionarios del gobierno, los que más beneficiados resultan con la propaganda política, un negocio que resulta muy lucrativo para particulares y hasta para ellos mismos.

Ver para creer.

No hay duda que el sexenio morenovallista, junto con sus funcionarios “fifis”, muchos de ellos hoy arrepentidos de su estirpe, y quienes se han ido a entregar y a postrar a los pies del gobierno para que los perdonen, fue tal vez el que más aprovechó la propaganda política y la contaminación visual.

Muchos de ellos son incluso propietarios de espectaculares a través de prestanombres, de supuestos socios, amigos y compadres. Y son millonarios.

Yo hubiese apostado por regularlos y por controlar la propaganda electoral para lograr equidad en la contienda que se aproxima.

A poco ya se les olvidó a los diputados de Morena que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) también hizo uso de esa propaganda electoral que hoy tanto detestan.

Y en todos los estados del país se le vio abanderando y flanqueando a sus amigos candidatos en anuncios de todo tipo, Puebla no fue la excepción.

Claro que esta reforma electoral es un traje a la medida.

Una estrategia político-electoral, más que una preocupación ciudadana.

Eso sí, también tiene sus ventajas porque de ahora en adelante las campañas serán distintas.

El esquema va a cambiar y los aspirantes a un cargo tendrán que hacer campaña a ras de tierra, casa por casa, saludando de mano, caminando las calles y comprometiéndose personalmente con los ciudadanos.

Ya no habrá espectaculares ni anuncios pomposos.

Y también es un golpe a los medios escritos que utilizaban sus paginas para promover a los candidatos en espectaculares.

Pero a todo hay que adaptarse, y más ahora que la era digital está de moda.

Las redes sociales y hasta los impresos volverán a ser la opción para los candidatos de los distintos partidos.

Eso sí, los candidatos y partidos deberán echar mano de su creatividad y de su buena voluntad, de su reputación y de sus buenos actos, de su pasado y de su consciencia moral.

Se me hace que las próximas elecciones las van a ganar aquellos que sean los más populares, los que han apoyado a los ciudadanos sin interés alguno, y aquellos que han sido bondadosos con la gente.

Y no precisamente en la pandemia sino en toda su historia de vida.

Esa, sin duda, es la parte buena de todo esto.

Pero que nuestros ridículos diputados que no nos quieran ver la cara de tontos, ni quieran sorprendernos con el cuento de su preocupación ambiental porque afortunadamente ya nadie les cree.

Un último comentario: Vergüenza debería darle al diputado del verde en el Congreso, Juan Pablo Kuri Carballo, haber votado a favor e impulsado hasta hoy esta ley.

Porque de ecologista, ambientalista y de benefactor social tiene lo que yo de astronauta y guapo.

Que asco.

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