Algo más que decretos, recomendaciones y buenas intenciones se tienen que hacer en Puebla para que poco a poco llegue la mentada “nueva normalidad”, pues de lo contrario el coletazo económico provocado por la pandemia será brutal.
No hay forma de que los empresarios y comerciantes poblanos puedan soportar el golpe financiero generado por el cierre de sus negocios.
Hasta el más grande sufre ya los estragos económicos del Covid-19.
El centro histórico de Puebla parece un pueblo fantasma en el que cada día que pasa se van bajando y cerrando definitivamente las cortinas de los comercios en cascada.
Hoteles, restaurantes, centros comerciales, tiendas de autoservicio, loncherías, mueblerías, joyerías, boutiques, cafés, tiendas artesanales, antojerías, bares, farmacias, vinaterías, zapaterías, y todo comercio formal está a punto de reventar.
Si el gobierno federal y estatal no hacen nada para rescatar a los comerciantes formales, esos que pagan impuestos y rentas mes con mes, las cosas se van a poner color de hormiga.
El primer cuadro de la ciudad está prácticamente muerto y no se ve para cuando vuelva a normalidad.
No hay fecha, no hay día, ni momento en que se vea la luz al final del túnel tras la pandemia.
El fantasma del desempleo ronda Puebla y muchos otros estados del país cada vez con más intensidad.
En lo personal, por ejemplo, tuve que cerrar un negocio de publicidad e impresión porque no hay ingresos y, desde luego, no hay forma de pagarle a los trabajadores.
Eso sí, no nos quedamos quietos y estamos empleados ya en un nuevo esquema de trabajo para poder subsistir porque los créditos otorgados por el gobierno, esos de hasta 5 millones de pesos, quién sabe dónde quedaron.
Ojalá muchas Pymes los hayan alcanzado porque de lo contrario van a quebrar.
Y es que si las cadenas de producción, de la oferta y la demanda, siguen rotas no se ve para cuándo el sector empresarial pueda volver a levantarse.
Por algo en su momento el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta advirtió que las afectaciones del coronavirus podrían superar más del 9 por ciento, es decir 9 mil millones de pesos, en sus ingresos.
En ese sentido, habrá que subrayar que el estado recortó 110 millones de pesos de su presupuesto los cuales se tuvieron que devolver por la falta de recaudación de la federación ante la pandemia.
Ya saben, los proyectos y programas de la mentada cuarta transformación son la prioridad, el resto, lo que suceda o no en los estados, es un tema secundario.
Al fin yal cabo todo lo que se hace en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aunque esté mal dicen que está bien hecho.
Empero, por lo pronto aquí en el estado se tiene que emprender un plan emergente y de rescate a sector empresarial, porque los comerciantes informales, esos que instalan los mega tianguis, los ambulantes, quienes nunca pagan impuestos y sólo una módica cuota por el derecho de piso, son los únicos beneficiados.
Y esos mismos tianguistas y comerciantes informales al parecer son los que generan y propagan los contagios del Covid, ya que aglutinan un buen número de personas que acuden a ellos sin el menor cuidado.
Muchos tianguis del sur de la ciudad siguen operando sin que la autoridad haga algo para detenerlos.
Mientras que el comercio formal sigue su peligroso camino hacia el precipicio sin que nadie haga algo para rescatarlo.
Y lo peor que puede dejar la pandemia es la inseguridad y sus graves niveles de salvajismo.
Porque hoy, con tal de quitarte lo que llevas, te matan sin piedad.
Por ello que sostengo que urge la nueva normalidad en Puebla, pero de manera inteligente y gradual.
De lo contrario, quien sabe a dónde vamos a parar.
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