Desperté este 9 de julio con los “reportajes” que muchos periódicos y portales de noticias realizaron por el sexto aniversario del Caso Chalchihuapan, en el que el régimen morenovallista evidenció, sin ningún pudor, su rostro más sanguinario y represor que acabó con la muerte de un menor de edad a manos de la policía estatal y con decenas de personas heridas y mutiladas por la barbarie cometida en el kilómetro 16 de la Carretera federal a Atlixco.
Seis años después, la historia que nos contaron en el 2014 ya es otra.
También, reviso las redes sociales de las viudas y huérfanos de Rafael para corroborar que esta fecha no existe para ellos.
Nada, ni un solo tuit para pedir disculpas a Doña Elia Tamayo por el asesinato cobarde de su hijo José Luis Tehuatlie por órdenes del exgobernador, quien utilizó al PAN para sus fines perversos.
Las Genovevas, los Frailes, los Oswalditos, los Aguilar Chedraui, los Lozanos, los Chelos, se tomaron el día libre.
Cómo ha cambiado el rol de la prensa aldeana a cinco años de distancia y tras la muerte del siniestro Rafael Moreno Valle. En su momento, la gran mayoría de periodistas, columnistas y directores de los principales medios se sumaron, ciegamente, a la “verdad histórica” que el gobierno morenovallista exigió difundir sobre los hechos violentos que llenaron de sangre las manos del extinto priista.
En aquellos días, sólo Diario Cambio, Intolerancia, La Jornada de Oriente, Periódico Central y Status Puebla, fuimos los únicos medios de comunicación que documentamos la verdad sobre el operativo atroz que Moreno Valle ordenó para disuadir con el uso de la ignominiosa “Ley Bala” la manifestación que realizaban habitantes de la junta auxiliar de San Bernardino Chalchihuapan, del municipio de Santa Clara Ocoyucan, por el retiro del registro civil en su localidad.
Sin la bota de Moreno Valle en el cuello, muchos de los periodistas poblanos recordaron que siempre sí fue la policía estatal quien mato al pequeño Tehuatlie y no la “onda expansiva de un cohetón” ni las “piedras de grueso calibre” ni “las cabezas de marrano”, que los lacayos de Rafael argumentaron como la razón del deceso del pequeño que fue impactado en el cráneo por una lata de gas lacrimógeno lanzada por uno de los uniformados a cargo del infame Facundo Rosas.
En una entrega pasada narré la reunión inédita —a la que me pude infiltrar como reportero de Cambio— en la que Moreno Valle convocó a todos los medios beneficiados del “tripack” para tirarles línea sobre su vergonzosa versión de los hechos y para ordenarles crucificar mediáticamente a Doña Elia Tamayo como una mala madre por exponer a su hijo en una manifestación violenta y culpar a los propios habitantes de Chalchihuapan por la muerte del pequeño.
Y así fue: en las ocho columnas de periódicos como el Sol de Puebla, Síntesis, Sexenio y Milenio, principales cajas de resonancia del morenovallismo, se podía leer las palabras de Moreno Valle para exculpar a su gobierno por la muerte del niño José Luis. Lo mismo ocurrió con Televisa, TV Azteca, Cinco Radio, Oro Noticias, Ultra, La Tropical y demás radiodifusoras del estado.
A la fecha conozco a un par de “colegas” que aún juran que, desafiando todas las leyes de la físcia, sí fue un cohetón el que le arrebató la vida al pequeño José.
El escándalo escaló a la prensa internacional y el morenovallismo, montado en su soberbia, pagó millones de pesos para que los medios nacionales difundieran su “verdad histórica” sobre el caso Chalchihuapan, la cual, más tarde se iría por la borda gracias a las investigaciones realizadas por la CNDH, en ese entonces a cargo de Raúl Plascencia Villanueva.
Ahora que la FGR hundió la “verdad histórica” del gobierno de Enrique Peña Nieto por el caso Ayotzinapa ¿será el turno de Chalchihuapan?
El gobernador Miguel Barbosa pidió ya a la Comisión Nacional de Derechos Humanos retomar la investigación del sangriento operativo que le cambió para siempre la vida a decenas de familias a quien la barbarie morenovallista les arrebató todo.
Los nombres de los principales culpables todos los conocemos: Rafael Moreno Valle, Facundo Rosas, Víctor Carrancá, Juan Pablo Piña, Diódoro Carrasco, José Flota Ocampo, Adolfo López Badillo, Ofelia Flores Ramos, Wilibaldo Ramón Díaz, Marco Antonio Estrada López, Guillermo Palma Salazar, Óscar López Sánchez, Andrés Cázares Herrera y Juan Máximo Jiménez.
Que nadie olvide a los integrantes de esta lista, como tampoco el de los periodistas que fueron cómplices con su silencio del atroz asesinato de José Luis Tehuatlie.
¿Al fin veremos a algún morenovallista pagar por el caso Chalchihuapan?
Todo indica que sí.