Son muchos los episodios, las anécdotas y las historias de represión y terror político en Puebla que se podrían contar sobre Eukid Castañón Herrera, ex operador y brazo ejecutor del morenovallismo.

Y también son muchos los agraviados, los ofendidos, los despedidos del gobierno y los afectados por las decisiones del personaje que habría sido el segundo hombre más poderoso del estado en aquel sexenio que marcó el estado.

Porque a Eukid sólo le bastaba ordenar el cese, la renuncia y/o despido de quien se le antojara en el gobierno para que sus órdenes se ejecutaran “ipso facto”.

Muchas veces incluso ni siquiera requería el aval del inquilino de Casa Puebla para reprender, ofender o presionar a alguien al que no toleraba para aniquilarlo.

Eukid Castañón, hay que subrayarlo y destacarlo, no se tentaba el corazón para aplastar a nadie, a quien considerara su enemigo, o a quien criticara sus acciones, para bien o para mal.

Si a Eukid no le parecía algo simple y llanamente lo destruía.

Y lo mismo en el gobierno del estado que en el municipal, cuando el famoso “tripack”, en el que se apoyaba, era toda una realidad.

Su poder era exorbitante.

Tenía manga ancha para pedir lo que quisiera porque el entonces mandatario lo consideraba uno de sus hombres más fuertes, su brazo ejecutor y su garrote político.

Tal vez por eso se creo la fama de ser el más duro de los políticos en Puebla. El temible y terrible Eukid.

Sin embargo, hoy por hoy está reducido a menos.

Es uno más de los presos que están recluidos en el penal de San Miguel, y está viviendo el viacrucis que muchas de sus víctimas pasaron por su culpa, por el simple hecho de no ser de su agrado.

¿Hoy se dice un preso político?, por favor.

Me pegunto a cuántos verdaderos presos políticos encarceló él en su época de empoderamiento, cuando era el amo y señor del estado.

Se me hace que hay muchos que hoy verdaderamente festejan su encarcelamiento, sobre todo aquellos que vivieron y viven incluso sus amenazas en carne propia.

Y de eso no se trata esta columna, de festejar nada, sino más bien de poner en la mesa, o en tela de juicio, mejor dicho, su acusación contra el gobierno de que es el primer preso político del sexenio.

¿Alguien podría creerle después de escuchar sus más recientes audios y conversaciones, en las que amenaza a un par de abogados y ex funcionarios, que es una blanca paloma?

Dicen que todo cae por su propio peso y eso, me parece, es lo que le sucedió.

Porque en la vida, es cierto, lo que siembras cosechas y a Eukid tarde que temprano le tenía que llegar la guillotina política.

En las más recientes conversaciones filtradas a los medios, en la que amenaza a dos personas como acostumbra, se escucha quién es verdaderamente Castañón Herrera, se ve su verdadero rostro.

Incluso presume el espionaje del que siempre se supo control y fue protagonista en el sexenio morenovallista. Se jacta, además, de que el gobierno del estado lo investiga pero que es intocable: “me vale una chingada”, “entiendan con quién, puta madre, se están metiendo”.

Y lo peor, presume ser el propietario de un diario de circulación local que utiliza como garrote para desprestigiar a quien se le antoje; aunado a que cuenta con escoltas que utilizan armas de grueso calibre como R15 y AK47.

¿Ese es un preso político?

El caso es que ni los medios, ni sus dueños, ni los reporteros y mucho menos los columnistas poblanos estuvieron lejos de la animadversión de Eukid Castañón, quien censuró o intentó censurar las plumas que no le agradaban.

Es más, pretendió cerrar, quebrar y amenazar a los medios de comunicación que no se alinearon a su antojo.

Y lo mismo hizo con empresarios, políticos, rectores de universidades y con todo aquel que se le antojó amenazar con el cuento de que él era el hombre más poderoso del estado, el encargado de acallar las voces disidentes.

Por cierto, también intentó meterse en la vida universitaria de la BUAP y nunca lo logró.

Por más que intentó penetrar en la universidad, romper el cerco universitario, la autonomía de la Benemérita institución y afectar al rector Alfonso Esparza Ortiz, Eukid Castañón nunca lo logró.

Ese es el verdadero Eukid Castañón Herrera, quien siempre ha presumido ser el amo y señor del espionaje, la política, la amenaza y la ley de la selva.

El creador y guía principal del “valle de las calacas”.

Hasta que por fin alguien lo pusieron en su lugar.

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