Ojalá que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta continúe mostrando su muy particular forma de hacer política y de gobernar el estado porque de lo contrario podría equivocarse.

Así es.

Si repite el esquema del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de enfrentarse con sus detractores de manera directa y pública, de tacharlos como conservadores, como enemigos, y calificarlos con cualquier cantidad de sinónimos podría ganar severas críticas.

Al mandatario nacional no le ha ido nada bien por mantener su guerra contra los conservadores y la raza fifi, y eso el gobernador del estado debe entenderlo porque además ni siquiera es su estilo de trabajo.

Lo que sí debería hacer es sensibilizarse un poco y terminar de una vez por todas sus pleitos con algunos actores sociales y políticos del estado con los que mantiene una guerra como el rector de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz, quien ya hemos visto que no es de su agrado.

El gobernador Barbosa debe aprender del ejemplo que da AMLO y debe observar a detalle lo que no se debe hacer como cabeza de un estado.

Sin ir más lejos, tiene el ejemplo del morenovalllismo, del ex mandatario Rafael Moreno Valle, con quien en su momento hasta hizo un pacto.

El ex gobernador poblano se enfrentó con la prensa, con la oposición, con empresarios, con otros políticos, con el rector de la BUAP, con los ciudadanos, a quienes incluso encarceló, y con muchos otros personajes que al final tomaron revancha y le hicieron perder el Congreso del Estado y muchos otros municipios poblanos en una elección.

La animadversión que ganó entre la gente por asumir una posición beligerante e intolerante le dejó muchos enemigos, quienes incluso celebraron su caída y su muerte.

¿Qué necesidad hay de eso ahora?

¿Por qué no pasar a la historia como un buen político y gobernante?

Y más aún, ¿Por qué no ser calificado y evaluado por siempre como una persona sensible, humana, abierta, tolerante, sencilla y noble?

El gobernador Barbosa no puede estar enfrentado y peleado con nadie, eso que se lo deje a otros personajes que están metidos en temas y grillas que lo único que generan es pérdida de tiempo y mala imagen.

El asumir un papel y un discurso como el de AMLO no le queda y tampoco le conviene porque se acerca una elección.

Me parece que Miguel Barbosa tiene su propio estilo y ese es con el que debe gobernar.

Las batallas del pasado deben ya quedar atrás.

Es mejor que se dedique a gobernar Puebla como nunca se ha hecho antes.

Si la atención del gobierno se desvía en emprender batallas ajenas a los intereses de los poblanos esto le puede costar muy caro.

La única guerra que el gobernador Barbosa debe mantener por ahora es la que su administración está dando en contra del coronavirus o covid-19, porque incluso no le está yendo mal sino todo lo contrario.

A los que debe atacar son a los males que aquejan a los poblanos como la inseguridad, la pobreza, la contaminación, la corrupción, la discriminación, el feminicidio, entre muchos otros que allí permanecen y nos están ahogando.

A esos sí que se los chingue.

A todos nos conviene que al gobernador Miguel Barbosa le vaya bien.

Si cada quien hace lo que le toca Puebla sería, sin duda, un estado ejemplar en todos los sentidos.

¿Por qué no hacerlo?

Hay muchas cosas buenas del gobierno poblano, pero también se pueden corregir otras para lograr un mejor estado.

En la vida hay que hacer amigos, no enemigos.

En la política hay que hacer aliados, no contrarios.

Los poblanos somos más, mejores y muy superiores a otros como para estar enfrentados y enojados.

Ojalá que llegue la cordura a Casa Aguayo.

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