Una de las máximas, tal vez la más importante, del oscuro régimen morenovallista fue: por las buenas, bien; pero por las malas, mejor.

Esta expresión que era repetida constantemente por el siniestro Rafael Moreno Valle para mantener genuflexos y dóciles a sus aliados, pero amenazados y atemorizados a sus enemigos, dibuja a la perfección la dictadura que el ex priista instauró en Puebla durante sus tres etapas, una oficial y dos de facto, al frente del gobierno del estado.

Y es que, esta es la única dictadura que ha existido en la entidad poblana y no la que la liliputiense dirigente estatal del PAN Genoveva Huerta intenta vender ante la prensa nacional con portadas pagadas y notas a modo carentes de toda veracidad.

Durante su corrupto gobierno, Moreno Valle jamás toleró la crítica y mucho menos la disidencia de los líderes de opinión de la sociedad.

A través de campañas negras en sus periódicos oficiales, guerras sucias en redes sociales y el hostigamiento y asedio operado por el reo Eukid Castañón, el extinto exgobernador logró callar a la mayoría de voces que disentían, cuestionaban o documentaban todas las pillerías y delitos cometidos por el propio gobernador o los miembros de su gabinete.

A lo largo de su gestión, la voz universitaria poblana intentó formarse como un bloque crítico a la administración morenovallista. El primer ensayo lo realizó el rector de la UDLAP, Luis Ernesto Derbez, quien, desde el interior de la Universidad de las Américas, encabezó un movimiento crítico conformado por alumnos y maestros en contra de Moreno Valle.

Sin embargo, el esbozo duró muy poco, ya que el excanciller fue orillado a disuadir a su grupo opositor bajo amenaza de perder la libertad por la presunta comisión de los delitos de falsificación de documentos, exceso de facultades y simulación de sesiones de la Fundación de la Udla, al decir de una denuncia presentada ante la entonces PGJ por Guillermo Jenkins Landa.

En una entrevista con la Revista Proceso, Ernesto Derbez hizo una serie de revelaciones que ahora es pertinente retomar:

El rector de la Udla afirma que, el 26 de noviembre, él y los otros directivos se reunieron con los miembros de la Junta para el Cuidado de las Instituciones de Asistencia Privada del Estado de Puebla, que depende de Moreno Valle, quienes les exigieron renunciar voluntariamente a sus cargos o serían obligados mediante campañas de desprestigio por corrupción, desaparición y hasta asesinato”, precisó el rector de la UDLAP al reconocido semanario.

Pero, esta no fue la única vez que Moreno Valle atentó contra la libertad de expresión universitaria.

Un año más tarde, el pequeño dictador panista utilizó la misma fórmula para silenciar las voces críticas de los rectores de la Ibero y de la UPAEP, Fernando Fernández Font y Emilio Baños Ardavín, respectivamente.

Con campañas de desprestigio difundidas en el periódico 24 Horas Puebla, propiedad del presunto delincuente Castañón Herrera, Fernández Font y Baños Ardavín fueron desprestigiados y asediados hasta lograr que sus críticas hacia el morenovallismo fueron cada vez menos constantes hasta el grado de diluirse con el paso de los días.

En medio del asedio y las amenazas, nació el Consorcio Universitario con el objetivo de que las principales universidades de Puebla cerrasen filas en contra de los abusos de Moreno Valle, sin embargo, dos de sus integrantes, José Mata, rector de la Anahuac; y Job César Romero, de la UMAD, eran los quintacolumnistas del morenovallismo para dinamitar desde el interior a este grupo y negociar salvedades y canonjías para ellos y sus instituciones.

Así, el Consorcio Universitario pasó de ser un bloque critico a un aliado más del oscuro régimen morenovallista.

De hecho, en las ignominiosas campañas del 2018, este grupo de rectores de las universidades privadas de Puebla fueron parte del Fraude Electoral contra Miguel Barbosa y que fue orquestado por Moreno Valle para imponer a su esposa Martha Erika Alonso como gobernadora del estado.

Al inicio del proceso, Alonso Hidalgo organizó un cónclave, del que se conocen muy pocos detalles, el 28 de abril con el Consorcio Universitario para solicitar su apoyo en el complot que ya estaba diseñado en contra del entonces abanderado de Morena para robarle la elección estatal de ese año.

Martha Erika Alonso era la mano que sobaba la mejilla golpeada por su esposo Moreno Valle. La ex candidata del PAN prometía, a cambio de complicidad, sanar todas las heridas que Rafael había abierto a su paso por el gobierno del estado.

Esa fue la fórmula que la extinta gobernadora utilizó para ganar los respaldos necesarios para el Fraude Electoral que estaba por iniciar.

Como olvidar que a los pocos días de que se diera a conocer que Morena y Barbosa Huerta, hoy gobernador de Puebla, anunciaron la impugnación ante el TEPJF de los resultados de los comicios de hace dos años, uno de los primeros en desestimar esta querella fue el rector de la Ibero, Fernando Fernández Font.

Ahora, los rectores integrantes del Consorcio Universitario han puesto “el grito en el cielo” por la Reforma Educativa impulsada por Barbosa, la que les quita a las instituciones privadas la facultad del “Terrorismo Económico” en contra de los estudiantes con retrasos de pagos, quienes son amenazados de no entregar sus papeles sino se ponen al corriente con sus colegiaturas; y que también regula las cuotas excesivas que cobraban discrecionalmente estas escuelas.

Por eso no parece extraño que ningún alumno se ha manifestado en contra de la ley ya publicada en el Periódico Oficial del Estado y son solo los directores y dueños los que se han opuesto.

Esta es la realidad de los rectores que por años fueron cercanos al poder.

En pocas palabras: el Consorcio Universitario fue parte del modelo económico en el que Moreno Valle transformó al gobierno.

Un poco de memoria, señores.