Si en Puebla hubiese un premio para el funcionario público más flojo, gris, opaco, ridículo, exhibicionista y payaso muchos de los diputados que integran la LX Legislatura del Congreso del Estado serían galardonados.

De todos los partidos políticos, de los 10 que existen en Puebla, existe al menos un militante, funcionario o diputado que se la pasa nadando de muertito, particularmente ahora en la contingencia.

Porque los mal llamados “representantes del pueblo” a lo único que se dedican es a hacer grilla política a costa del erario, a seguir la inercia y el oleaje del tiempo a conveniencia de su partido.

Allí está la mentada sesión realizada ayer por los legisladores locales, quienes por fin se reunieron, a la mitad de la emergencia sanitaria decretada por el Covid-19 desde hace dos meses.

A los diputados, por fin se les dio la gana trabajar y reunirse para avalar reformas a la Ley Orgánica del Poder Legislativo que les permitan llevar a cabo sesiones virtuales y/o en línea ante la cuarentena de salud.

Hasta hoy, los diputados que lidera Gabriel Biestro Medinilla, de Morena, pudieron reunirse para lanzar su verborrea engaña bobos de siempre.

Eso sí, antes tuvieron que organizar su circo de tres pistas, con curules, pupitres del siglo pasado, el 100 por ciento de las medidas de salud por cualquier cosa y todas las comodidades, incluida la botana, para que se les diera la gana ponerse a trabajar.

Me sorprende que esta vez el diputado Héctor Alonso Granados, del Partido Movimiento Ciudadano, haya lanzado el discurso más razonable y sensato para los ciudadanos que exigen apoyo y respuesta de sus diputados en estos tiempos de crisis.

Palabras más, palabras menos, Alonso llamó cobardes a los diputados por no querer sesionar sin comodidades y sin asistir físicamente a un recinto, particularmente cuando a pesar de la emergencia sanitaria los ciudadanos, los que menos tienen, van amontonados en el transporte público.

Cosa que tiene razón, ya que tuvieron que pasar 60 largos días para que los diputados locales tuvieran ganas de trabajar y de analizar los nuevos esquemas y mecanismos que les permitan reanudar su quehacer en el Poder Legislativo.

Algo sí, su sesión extraordinaria de ayer pareció más un falso teatro legislativo que un evento serio y profesional de trabajo.

¿A poco no pudieron ponerse de acuerdo durante el arranque de la pandemia, del encierro en que viven los poblanos?

¿Tan frívolos, arrogantes e irresponsables son?

¿Y así van a querer reelegirse?

Ya los veremos haciendo precampaña muy pronto, ya lo verán.

El colmo de males fue que Gabriel Biestro ordenó que se prohibiera el ingreso de la prensa a la sesión, por lo que los reporteros que cubren la fuente tuvieron que ver y escuchar los disparates de los diputados únicamente vía electrónica.

Aunado a ello, los diputados sólo aceptaron reunirse bien equipados y protegidos, por aquello de la sana distancia.

Por ello, muchos de ellos se disfrazaron y presumieron sus cubrebocas y atuendos más pintorescos y exagerados.

Uno de ellos, el diputado Gerardo Islas Maldonado, quien salió a escena con un cubrebocas muy sofisticado, con filtro intercambiable y que parecía más un bozal que un protector de salud, fue el que robó cámara.

Algunos otros pintaron sus cubrebocas con los colores de su partido, portaron sus caretas y se las retiraron ya estando en su curul, o cuando les toco su turno de hablar.

Y la mayoría de los diputados, esos que sólo se dedican a levantar la mano cada que se les ordena, se entretuvieron tomándose la famosa selfie para presumir en redes sociales que disque trabajan incansablemente.

En tanto, los diputados Rocío García Olmedo y José Juan Espinosa Torres, del PRI y del PT, respectivamente, criticaron que la reforma avalada le haya otorgado facultades sólidas y estrictas al diputado Biestro para que pudiera decidir sobre las convocatorias de la LX Legislatura para las futuras sesiones.

No dan una nuestros gloriosos diputados, carajo.

Con razón a Gabriel Biestro ya lo borraron de la lista de aspirantes a la candidatura de Morena por el gobierno de la ciudad.

Es más, dicen que esa posibilidad ya es una mera anécdota porque el máximo elector ya decidió que no va.

Dijera el payaso platanito: “aaayy gueeeyyyy”.

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