Reunión de trabajo, estudio a distancia, llamada con la familia y fiesta con los amigos: en tiempos de cuarentena, todo ocurre en el mismo lugar y a través del mismo tipo de canales. No fuimos conscientes de la forma en que nos comunicamos hasta que nos vimos limitados a hacerlo desde la digitalidad.

Como ironiza Gabriela Pinto Márquez, coordinadora de las Licenciaturas en Comunicación y Comunicación Digital de la IBERO Puebla, la diversificación de la oferta de aplicaciones y medios digitales de comunicación contrasta con la imposibilidad de interactuar en persona: cercana lejanía.

¿Realmente sabemos sacarles provecho a nuestras herramientas? Parecería que no. “Somos diferentes generaciones utilizando las tecnologías de la información y comunicación, lo cual comenzó provocando un caos”. Esto se debe a que estamos acostumbrados a utilizarlas con fines de entretenimiento. Por eso, al iniciar el teletrabajo, vemos que no es tan fácil como creíamos.

Un yo distinto a mí

Las relaciones interpersonales están cambiando. Al conjugar el distanciamiento social con el pánico y la psicosis, el resultado es una serie de actitudes que poco tienen que ver con las reglas de una vida en sociedad sana y armónica. En algunos aspectos, se diluye el sentido de comunidad.

Desde la intolerancia hacia quienes no respetan la cuarentena (por la razón que sea) hasta las agresiones al personal médico, el reconocimiento de la otredad se ha visto alterado por el estado perpetuo de alerta y ensimismamiento en el que nos hemos sumido. Será importante, dice la académica, tener en cuenta estos cambios una vez que comencemos a regresar a la cotidianidad.

Pinto Márquez reconoce la responsabilidad de los medios de comunicación: “La información debería hacernos sentir seguros y con todas las herramientas necesarias para afrontar una situación así, pero no está ocurriendo”. El uso inapropiado del lenguaje, la descontextualización de contenido gráfico y la difusión de contenido engañoso contribuyen a la alteración del orden público.

Ante la ilusión de vanguardia tecnológica, puede reconocerse que estamos lejos de vivir el sueño futurista. De acuerdo con la Unión Internacional de Comunicaciones (UIC), el 70% del territorio mexicano cuenta con cobertura de internet, una cifra aparentemente positiva.

Por otro lado, es bien sabido que hay regiones completas de nuestro país que carecen de servicios básicos. Basta con mencionar el ejemplo reciente de Ayutla, la comunidad mixe que ha pasado más de mil días sin agua potable. “Esta percepción de vanguardia es exclusiva de algunas regiones, pues son privilegiadas aquellas en facultad de pedir comida a domicilio o trámites en línea”.

Prosumidores

Si bien la industria cultural e informativa tiene altas responsabilidades en ofrecer contenidos de calidad, las y los usuarios deben emprender un redescubrimiento de los medios de comunicación: aquello que usamos para entretenernos también puede servirnos para aprender y crecer.

Los canales de comunicación digital son una invitación a consumir contenidos al tiempo que generamos los propios. Convertirnos en prosumidores implica ser responsables con la información y los mensajes que emitimos a nuestros círculos sociales y más allá, pues el impacto puede tener múltiples consecuencias que, a la postre, pueden resultar perjudiciales para el emisor.

“Los usuarios tienen la tarea de consumir y exigir mejores medios y contenidos. No solo queremos programas que nos distraigan, sino que nos nutran de maneras creativas, reflexivas y críticas”: Mtra. Gabriela Pinto.

En cuanto a las plataformas que usamos, la Mtra. Gabriela Pinto exhorta a revisar meticulosamente los términos y condiciones que solemos aceptar sin reparos. “Muchas veces no leemos las condiciones de uso de las páginas y aplicaciones en las que nos registramos, lo cual le da facultades al proveedor para un uso indiscriminado de nuestros datos personales”.

Para evitar cualquier tipo de situaciones inesperadas o no deseadas, se recomienda seguir a asociaciones dedicadas al cuidado de los derechos digitales, las cuales suelen dar consejos y actualizaciones sobre el cuidado de la información que compartimos en internet.

Lo anterior se resume en una urgente necesidad de alfabetización digital: aprender a explotar nuestras herramientas con fines laborales, educativos y creativos. La Coordinadora invita también a asumirnos como consumidores de productos culturales, lo cual “debe suponer un replanteamiento de nuestros hábitos de consumo informativo y de entretenimiento”.