La semana pasada, el anuncio de la entrada en vigor de la fase 3 por COVID-19 vino acompañado por la presentación oficial del programa Aprende en casa. Estrategia por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para dar seguimiento y conclusión al ciclo escolar 2019-2020.
Entre las características principales se incluye la digitalización de los libros de texto gratuitos, así como la implementación de recursos de aprendizaje en línea y por televisión (Canal 11.2). El modelo de educación a distancia contempla a todos los niveles, desde preescolar hasta medio superior, e incluye actividades evaluadoras y pausas de descanso activo.
Algunas de las principales críticas al programa se centran en su enfoque de evaluación y los requerimientos de infraestructura para llevarlo a cabo. Sobre esto último, Niza Gutiérrez Ruiz, coordinadora de la Licenciatura en Procesos Educativos de la IBERO Puebla, recuerda que cada institución educativa hace lo que puede para continuar actividades con base en sus recursos.
Aulas virtuales
Muchas escuelas cuentan con áreas especializadas para brindar capacitación al personal docente y administrativo para continuar sus labores desde casa. En todo caso, el reto corresponde a la naturaleza de las actividades. “El hecho de romper con este esquema tradicional, especialmente en las clases presenciales, implica una serie de habilidades en materia digital”.
La alfabetización digital no solo implica aprender de manera virtual, sino desarrollar un dominio de las tecnologías de la información. Esto supone una adversidad especial cuando las condiciones de infraestructura a nivel doméstico no son adecuadas para el desarrollo de actividades.
Ya sea por temas de conectividad, saturación de la red o disponibilidad de equipos de cómputo en el hogar, “en cualquier nivel educativo, más allá de lo que pueda ofrecer una institución, mucho dependerá de las condiciones de cada familia”. Las complicaciones de conexión a internet dificultan el acceso a los recursos, lo cual entorpece el seguimiento de las actividades educativas.
El concepto de aldea global resuena en estos tiempos de confinamiento. Nativos y migrantes digitales conviven y aprenden sobre el ser digital. Dice Gutiérrez Ruiz: “ha sido un reto entender al internet como un espacio de información que requiere de autonomía y paciencia, así como el desarrollo de habilidades y enfrentamiento con miedos”.
Corresponsabilidad en la educación
Existe una percepción generalizada de sobrecarga de trabajo. Tanto el alumnado como las y los profesores se ven sujetos a las presiones que suponen los retos ya mencionados, así como la incertidumbre académica que implica evaluar el conocimiento en condiciones extraordinarias.
Como acompañantes del proceso de aprendizaje, las y los docentes se han visto en la necesidad de desarrollar y potenciar habilidades comunicacionales que no solo incentiven la participación, sino que se adapten a las condiciones tecnológicas, sociales, económicas y sanitarias que vivimos. Por ello, la coordinadora reconoce la satisfacción de lograr una sinergia a nivel formativo y personal.
“Como profesionales de la educación, debemos ser flexibles ante esta percepción de saturación y valorar qué actividades podemos rescatar para contribuir al aprendizaje”: Niza Gutiérrez.
Para lograrlo, el programa de actividades propio de cada periodo escolar ha tenido que adaptarse a los alcances y limitaciones tecnológicos. De igual manera, se ha puesto en relieve el papel auxiliar de la digitalidad con respecto al protagonismo por parte de quienes acompañan la educación.
Padres y madres de familia han de estar presentes en el proceso a nivel preescolar y primaria. En los niveles más avanzados, incluyendo educación superior, se plantea la autonomía y formación participativa: “La comunicación se vuelve importante para que el alumno pueda compartir sus inquietudes y necesidades educativas y el profesor pueda adecuarse a ello”.
Tarea por hacer
El panorama pandémico ha obligado a una carrera tecnológica que cada región ha sobrellevado en la medida de lo posible. Para Niza Gutiérrez, el sector educativo podría integrar permanentemente las herramientas digitales si los planes fueran planteados adecuadamente.
Existen problemas de alcance y cobertura que perjudican a amplios sectores sociales. Muchas zonas rurales no cuentan con la infraestructura adecuada para el desempeño de actividades en línea. Del mismo modo, la capacitación de profesoras y profesores ha mostrado carencias en materia de competencias de enseñanza, lo cual se ve reflejado en la impartición de clases.
Como ha ocurrido en los ejes económico, laboral y político, la crisis sanitaria enfoca las tareas pendientes. “La pandemia nos da esta oportunidad de pilotaje, pero dependerá mucho de cómo las autoridades correspondientes podrán aterrizarlo de manera más eficiente”, concluye la académica.