En 1947, Albert Camus publicó su célebre novela La peste, un texto inspirado en las múltiples epidemias vividas en Argelia desde 1849 tras la colonización francesa. En ella, el ganador del Premio Nobel de Literatura explora la enfermedad como analogía de lo absurdo de la existencia y, paradójicamente, enseñándonos el valor de la vida en sí misma.

Mientras revisaba su estantería en busca de un libro para la cuarentena, Sebastián Pineda Buitrago, coordinador de la Maestría en Literatura Aplicada en el Departamento de Humanidades de la IBERO Puebla, dio con el texto de Camus y concluyó que estos tiempos se prestan para el ejercicio de la relectura.

El consumo de títulos nuevos se ha complicado, pues las tiendas físicas de libros se han visto obligadas a cerrar. Lo cierto es que, en paralelo, el mundo editorial vive tiempos de bonanza digital: “La industria del libro se está renovando y muchas editoriales están dejando varios libros gratuitos en sus páginas web con el fin de atraer a nuevos públicos”.

Para las y los escritores, la industria se detiene relativamente en cuestiones económicas, pues muchos han optado por el traslado definitivo hacia las plataformas digitales para publicar y monetizar sus textos, así como la colaboración con portales periodísticos ávidos de contenido literario.

Cómo elegir lecturas

Son tiempos de mucha información. Haciendo paráfrasis de Arthur Schopenhauer, el académico recomienda hacer elecciones por descarte: identificar qué no leer. En este sentido, Pineda Buitrago considera importante limitar el consumo de contenido informativo para evitar ciclarse en los mismos tópicos y optimizar tiempos de lectura útil y recreativa.

Un buen punto de partida se encuentra en los títulos clásicos: las obras que toda generación está obligada a leer en algún momento de su vida. Obras como la Ilíada, la Odisea, la Eneida, la Divina Comedia, Fausto o el Quijote son opciones ideales para nutrir nuestro acervo cultural.

 “Hay que recordar la frase del rey Salomón: ‘No hay nada nuevo bajo el sol’. En esa medida, nos sentiremos más tranquilos: vamos a salir y a contar nuestra experiencia para renovar la expresión”: Sebastián Pineda.

Para las y los más pequeños del hogar, el académico aconseja la lectura de historias fantásticas y de aventura. “La lectura colectiva es un gran consejo: practicar el hábito que fue popular en otros tiempos representa un escenario ideal para convivir en familia”. En concreto, se refiere a La isla del tesoro y El diablo de la botella, ambos de Robert Louis Stevenson, como títulos que pueden fascinar a chicos y grandes.

De igual modo, algunas lecturas ligeras incluyen las novelas gráficas, el contenido periodístico no relacionado con la pandemia y los aforismos. “Este tipo de lectura, de autores como Nicolás Gómez Dávila, Séneca y Nietzsche, es muy descansada, pues con dos o tres páginas uno puede adquirir grandes conocimientos”.

Escribir lo que está sucediendo

Las circunstancias extraordinarias que trastocan a todas y todos han sido inmortalizadas en las artes desde tiempos inmemoriales. Como hizo Camus al documentar los efectos de la peste bubónica, muchas personas se sienten llamadas a dar testimonio de la situación actual.

Ante el impulso de plasmar el sentir interno y externo, Pineda Buitrago invita a revisitar los textos clásicos que han sido concebidos en circunstancias similares. Desde la Ilíada hasta La peste, los escenarios con aire distópico han sido el motor de incontables creaciones, mismas que han ayudado a expandir los límites de la expresión escrita y la lectura del mundo en que vivimos